LO TRIBUTARIO (nº 588)

Fuentes del Derecho (29): ¿obtención de certificados y copias?

Establece el artículo 34.1.g) LGT que constituyen derechos de los administrados tributarios “entre otros”, los siguientes: … “g) Derecho a solicitar certificación y copia de las declaraciones por él presentadas, así como derecho a obtener copia sellada de los documentos presentados ante la Administración, siempre que la aporten junto a los originales para su cotejo y derecho a la devolución de los originales de dichos documentos en el caso de que no deban obrar en el expediente”. Se trata de un derecho que se reitera y concreta también en el artículo 99.3 LGT que reconoce el derecho de los administrados tributarios a que “se les expida certificación de las autoliquidaciones (arts. 120 y 122 LGT), declaraciones (arts. 119 y 122 LGT) y comunicaciones (arts. 121 y 122 LGT) que hayan presentado o de extremos concretos contenidos en las mismas”.

Conviene prestar atención a los términos en los que se produce la regulación de este derecho de los administrados. En primer lugar, desde luego para distinguir conceptos y tener en cuenta su trascendencia. Así, en las declaraciones se debe recordar que por ellas se puede iniciar un procedimiento de gestión (arts. 128 a 130 LGT); que si contienen opciones no son rectificables después del plazo de presentación (art. 119.3 LGT); y que se admite (art. 122.1 y 3 LGT) la presentación de declaraciones complementarias y sustitutivas. En cambio, sólo se admite (art. 122.1 y 2 LGT) las autoliquidaciones complementarias, porque en vez de las sustitutivas se debe utilizar el procedimiento de rectificación (art. 120.3 LGT). De las declaraciones, autoliquidaciones y comunicaciones de datos lo más relevante es tener en cuenta su trascendencia probatoria (art. 108.4 LGT) pues la ley presume que su contenido se presume cierto para el declarante y si afecta a terceros se presume cierto, salvo que el afectado alegue falsedad o inexactitud, en cuyo caso deben ser contrastados.

Además de esa consideración de los conceptos y su trascendencia, conviene señalar que en la regulación del derecho de que aquí se trata hay dos aspectos: por una parte, el derecho a presentar documentos originales con sus copias, a que se sellen y a que se cotejen y devuelvan los originales, salvo que deben quedar incorporados al expediente; y, por otra parte, los administrados tributarios tienen derecho a solicitar “certificación y copia sellada” de las declaraciones presentadas. A diferencia del aspecto anterior referido a un derecho simultáneo a la presentación de documentos, éste se refiere a declaraciones presentadas antes. Se trata de un derecho muy importante porque, actuando la Administración “a posteriori” (y, a veces, muchos años después), no sólo es razonable, sino también obligado, para garantizar la seguridad jurídica del administrado (art. 9 CE), que la Administración le proporcione certificación y copia sellada de las declaraciones que presentó en su día. El principio de facilidad de la prueba (art. 217.6 LEC), abunda en esta consideración.

En un Taller de tributación es obligado insistir en este derecho de los administrados tributarios porque, desde luego, en el procedimiento de verificación de datos, pero también en los de comprobación limitada e inspección, la Administración está obligada a entregar al interesado certificación y copia sellada de sus declaraciones presentadas, sin que sea suficiente una referencia a su contenido y, menos, si se trata de una referencia informatizada obtenida de una declaración en papel y, por tanto, manipulada.

DE LO HUMANO A LO DIVINO

Dice la noticia que, ante indicios de delito contra la Hacienda, se ha designado un inspector de Hacienda como perito judicial. Un empleado de la parte acusadora. ¿No había entre muchos profesionales un perito judicial que pareciera imparcial?

El cristiano vive de la Esperanza y en la Esperanza. “Realmente mientras moramos en esta tienda gemimos oprimidos, porque no queremos ser desvestidos, sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida. Pero quien nos ha preparado para este fin es Dios, el cual nos ha dado como arras al Espíritu” (2 Co 5,4-5). “Y nos gloriamos apoyados en la gloria de Dios. Pero no sólo esto: también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce la paciencia; la paciencia, la virtud probada; la virtud probada, la esperanza” (Rm 5,2-4). “Nosotros, según la promesa, esperamos unos cielos nuevos y una tierra nueva en los que habita la justicia” (2 P 13).

“Estoy tan convencido, Dios mío, de que velas sobre todos los que esperan en Ti, y de que no puede faltar cosa alguna a quien aguarda en Ti todas las cosas, que he determinado vivir de ahora en adelante sin ningún cuidado, descargando en Ti todas mis solicitudes: “En paz duermo y enseguida descanso porque Tú solo, Señor, me has confirmado en la esperanza” (salmo 4,10)”. Así escribía en su oración san Claudio La Colombière S.I. Y seguía: “Despójenme en buena hora los hombres de los bienes y de la honra, prívenme las enfermedades de las fuerza e instrumentos de serviros, pierda yo mismo vuestra gracia pecando, que no por eso perderé la esperanza, antes la conservaré hasta el postrer suspiro de mi vida, y vanos serán los esfuerzos de todos los demonios del infierno por arrancármela”.

Dios es Padre amoroso de sus hijos. “Bien sabe vuestro Padre de qué tenéis necesidad antes de que lo pidáis” (Mt 6,8). Un Padre al que abandonamos los hijos y nos espera cada día: “Cuando aún estaba lejos, le vio su padre y se compadeció. Y corriendo a su encuentro se le echó al cuello y le cubrió de besos” (Lc 15,20). Dios es el pastor bueno que busca a la oveja perdida hasta que la encuentra lleno de alegría: “Os digo que del mismo modo habrá en el cielo mayor alegría por un pecador que se convierta que por noventa justos que no tienen necesidad de conversión” (Lc 15,7). Dios es el juez misericordioso: “- Mujer, ¿dónde están? ¿ninguno te ha condenado? – Ninguno, Señor - respondió ella. Le dijo Jesús: - Tampoco yo te condeno; vete y a partir de ahora no peques más” (Jn 8,10-11)

Esperanza en llegar al Cielo. Como la pidió la madre de los hijos de Zebedeo, cuando Jesús le preguntó qué quería: “Di que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, a uno a tu derecha y otro a tu izquierda” (Mt 20,21). Como la pidió el “buen ladrón”: “Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino” y él le respondió: - En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el Paraíso (Lc 23,42 y 43). “Porque esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en él tendrá vida eterna, y yo le resucitaré en el último día” (Jn 6,40)

“Mientras yo espere, estoy a salvo de toda desgracia; y de que esperaré siempre estoy cierto, porque espero también esta esperanza invariable … y para llegar de un solo vuelo con la esperanza hasta dónde puede llegarse, espero a Ti mismo de Ti mismo, oh Creador mío, para el tiempo y la eternidad. Amén” (san Claudio La Colombière)

LA HOJA SEMANAL
(del 17 al 22 de febrero)

Lunes (17)

Los siete santos fundadores de los Servitas (6ª TO)
Palabras: “Y se pusieron a discutir con Jesús para ponerlo a prueba” (Mc 8,11)
Reflexión: Le pidieron una prueba. Jesús dio un profundo suspiro…
Propósito, durante el día: No me tienes que dar porque te quiera

Martes (18)

San Francisco Regis Clet, presbítero (6ª TO)
Palabras: “Él les dijo: - ¿Y no acabáis de entender? (Mc 8,21)
Reflexión: Les advirtió de la levadura de los fariseos y comentaban que no tenían pan
Propósito, durante el día: Señor, aumenta nuestra fe

Miércoles (19)

Beato Álvaro de Córdoba (6ª TO)
Palabras: “¿Ves algo? Empezó a distinguir… Le puso otra vez las manos” (Mc 8,23.25)
Reflexión: Estaba curado y veía con claridad
Propósito, durante el día: Señor, que vea; que sea lo que Tú quieres, como quieres

Jueves (20)

Santa Jacinta Marto, niña (6ª TO)
Palabras: “Y vosotros ¿quién decís que soy?” (Mc 8,29)
Reflexión: El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser ejecutado y resucitar
Propósito, durante el día: Te adoro devotamente Dios escondido en la Eucaristía

Viernes (21)

San Pedro Damiani, obispo y doctor de la Iglesia (6ª TO)
Palabras: “El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo… (Mc 8,34)
Reflexión: … que cargue con su cruz y me siga”
Propósito, durante el día: Señor, ayúdame a negarme, a abandonarme en Ti

Sábado (22)

La Cátedra de san Pedro, apóstol
Palabras: “Te daré las llaves del reino de los cielos” (Mt 16,19)
Reflexión: Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia
Propósito, durante el día: Omnes cum Petro, ad Iesum per Mariam

(la reflexión y el propósito los fija cada uno, claro)

Las lecturas del día 16, domingo (6º TO, ciclo A; tercero de san José), nos llaman a sumirnos en la sabiduría de Dios: “Los ojos de Dios ven las acciones, él conoce todas las obras del hombre” (Si 15); “Enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra gloria” (1 Co 2); “Antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la Ley” (Mt 5). Llenos de Dios, sumidos en Dios. Unidos a Cristo. De la mano de nuestra Madre.

PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO

- “Jesús nos invita a no tener miedo de vivir en el mundo, aunque a veces haya condiciones de conflicto y pecado en él. Frente a la violencia, la injusticia, la opresión, el cristiano no puede encerrarse en sí mismo o esconderse en la seguridad de su propio recinto; la Iglesia tampoco puede encerrarse en sí misma, no puede abandonar su misión de evangelización y servicio. Jesús, en la última cena, pidió al Padre que no sacara a los discípulos del mundo, que los dejara allí en el mundo, que los protegiera del espíritu del mundo. La Iglesia se prodiga con generosidad y ternura por los pequeños y los pobres: este no es el espíritu del mundo, esta es su luz, es la sal. La Iglesia escucha el grito de los últimos y de los excluidos, porque es consciente de que es una comunidad peregrina llamada a prolongar en la historia la presencia salvadora de Jesucristo. Que la Santísima Virgen nos ayude a ser sal y luz en medio del pueblo, llevando la Buena Nueva a todos, con la vida y la palabra.” (Angelus, día 9 de febrero de 2020)

- “Uno de los primeros monjes, Efrén el Sirio dice que un rostro lavado con lágrimas es indeciblemente hermoso (cf. “Discurso ascético”). ¡La belleza del arrepentimiento, la belleza del llanto, la belleza de la contrición! Como siempre, la vida cristiana tiene su mejor expresión en la misericordia. Sabio y bendito es el que acoge el dolor ligado al amor, porque recibirá el consuelo del Espíritu Santo que es la ternura de Dios que perdona y corrige. Dios perdona siempre: no lo olvidemos. Dios perdona siempre, incluso los pecados más feos, siempre. El problema está en nosotros, que nos cansamos de pedir perdón, nos encerramos en nosotros mismos y no pedimos perdón. Ese es el problema; pero Él está ahí para perdonar.

Si tenemos siempre presente que Dios “no nos trata según nuestros pecados ni nos paga según nuestras faltas” (Sal 103,10), vivimos en la misericordia y la compasión, y el amor aparece en nosotros. Que el Señor nos conceda amar en abundancia, de amar con la sonrisa, con la cercanía, con el servicio y también con el llanto.” (Audiencia general, día 12 de febrero de 2020)
Noticia fiscal. Se publica (BOE de 13 de febrero) la Resolución de la DGT, del 6 de febrero de 2020, sobre la consideración de entidades en atribución de rentas de determinadas entidades constituidas en el extranjero.

(16.02.20)

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