LO TRIBUTARIO (nº 410)

Conocer el IVA (y 12): aplicación del impuesto

Se ha dicho que el IVA es un impuesto formalista de modo que del cumplimiento o incumplimiento de las formalidades exigidas se pueden deducir consecuencias sustantivas que afectan a la tributación (factura completa para deducir, registro de operaciones…).

- El artículo 164 LIVA regula las obligaciones de los sujetos pasivos: declaraciones censales (de comienzo, modificación y cese de actividades), petición de NIF y comunicarlo cuando así se establezca, expedir y entregar factura ajustada a reglamento (art. 165 LIVA; RD 1619/2012, de facturas), contabilidad según CdeC (ar.166 LIVA) y registros reglamentarios (arts. 62 a 70 RIVA), información periódica de operaciones con terceros, declaraciones-liquidaciones periódicas y declaración-resumen anual, declaración recapitulativa de operaciones intracomunitarias (arts. 78 a 81 RIVA); los no establecidos deben nombrar representante (art. 82 RIVA)

El artículo 167 LIVA regula la liquidación del impuesto, pero se debe recordar la diferencia entre “autoliquidación del IVA devengado”, que se produce en factura y operación por operación (salvo, en importaciones) y “liquidación del IVA exigible” (v. art. 21 LGT), que resulta de restar del “IVA devengado” en el período el “IVA soportado deducible” que se deduce, mediante la oportuna declaración-liquidación. La autoliquidación (o la liquidación en aduana; v. art. 73 RIVA) determina la “cuota del impuesto” (v. art. 56 LGT); mediante la declaración-liquidación se determina la “deuda del impuesto” (v. art. 58 LGT). El artículo 169 LIVA regula la suspensión del ingreso.

Aunque parece irreal, el artículo 167 bis LIVA regula que los órganos de gestión pueden practicar liquidaciones provisionales en virtud de lo dispuesto en el artículo 123 LGT/1963 que, está derogada por la LGT/2003 que regula los procedimientos de gestión (arts. 123 a 140): devolución derivada de la aplicación de normas tributarias, procedimiento iniciado por declaración, verificación, comprobación de valores, comprobación limitada. El artículo 168 LIVA regula la liquidación provisional de oficio que se puede practicar cuando el requerido para hacerlo no presenta la declaración-liquidación. No se debe olvidar que, por una parte, el artículo 115 LIVA regula la devolución de oficio cuando hubieran transcurrido seis meses sin hacer efectiva la devolución de IVA soportado no deducido ni compensado que resulta de la correspondiente declaración anual; por otra parte, el artículo 116 LIVA regula la solicitud de devolución al fin de cada período de liquidación.

- Se regulan de infracciones y sanciones específicas (arts. 170 y 171 LIVA). Así: 1) si el que aplica el recargo de equivalencia adquiere sin que conste en factura el recargo y no lo comunica a la Administración; 2) obtener una incorrecta repercusión, por acción u omisión culposa o dolosa, si el destinatario no tiene derecho a deducir; 3) repercusión del IVA improcedente en factura por quien no es sujeto pasivo y no lo ingresa; 4) no incluir en la “autoliquidación” las “cantidades” de las que se es sujeto pasivo; 5) y 8) no presentar, o hacerlo mal, la declaración de operaciones asimiladas a importaciones o no incluir las liquidaciones de aduanas; 6) y 7) deficiente comunicación de operaciones con inversión de sujeto pasivo.

DE LO HUMANO A LO DIVINO

Semana Santa. El cristiano vive estos días metido en la Pasión y Muerte de Jesucristo. Y con los años y las tradiciones, siguen como en un rosario las cuentas de los pasos que se consideran. Es vivencia durante todo el año, pero en estos días el alma debe amar más.

- En el Rosario, los misterios dolorosos señalan: la Agonía de Nuestro Señor en el Huerto de los Olivos, la Flagelación del Señor, la Coronación de Espinas, Jesús carga con la Cruz, Jesús muere en la Cruz. ¿Distraerse? Hay que poner mucho más amor.

- En la rememoración conjunta del Rosario y del Vía Crucis, para una contemplación breve de los Misterios Dolorosos, el alma repasa: que no te traicione; que no me duerma; que no te abandone; que no te niegue; que no te siga de lejos, sino de cerca: ante Anás (un guardia abofetea a Jesús), ante Caifás (escupen, abofetean y golpean a Jesús), ante Herodes (no pronuncia palabra, lo viste como un loco), ante Poncio Pilato (¿Qué es la verdad?); que no prefiera a Barrabás; que me duela la flagelación, la coronación de espinas, el “Ecce homo”; y la condena injusta; y el peso de la cruz; que esté junto a Ti en la primera caída (las rodillas); que te abrace junto a tu Madre; que ayude al Cireneo; que acompañe a la Verónica (“vero icono”); que acuda junto a Ti en la segunda caída (los codos) y escuche tus palabras a las mujeres de Jerusalén; que te ayude en la tercera caída (herida en el pómulo); desnudo, clavado y expoliado; las siete palabras. “Hizo rodar una gran piedra a la puerta del sepulcro y se marchó” (Mt 27,60)

- De tiempos de la niñez, en algunos permanece el recuerdo de la meditación de las “Siete Palabras” en un acto que congregaba a todo el pueblo: 1ª “Padre, perdónales porque no saben lo que hacen” (Lc 23,34). 2ª “En verdad te digo que hoy mismo estarás conmigo en el paraíso” (Lc 23, 43). 3ª “- Mujer, ahí tiene a tu hijo. – Ahí tienes a tu madre” (Jn 19,26-27). 4ª “Elí, Elí, lamma sabachtani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (Mt 27,46); 5ª “Tengo sed” (Jn 19,28); 6ª “Todo está cumplido” (Jn 19,30); y 7ª “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lc 23,46).

- Es tiempo de leer despacio los relatos evangélicos de la Pasión y Muerte y de parar, como hacía el viajero al encontrar un crucero de piedra en una encrucijada de caminos, para meditar y rezar. Es tiempo de encontrar palabras que de tanto oírlas, leerlas y meditarlas se han hecho familiares como reproches de conciencia, como pruebas de amor, como llamadas a amar más: “- ¿Soy yo acaso, Maestro? El respondió: - Tú lo has dicho” (Mt 26,25); “- ¿Ni siquiera habéis sido capaces de velar una hora conmigo?” (Mt 26,40); “Entonces lo abandonaron y huyeron todos” (Mc 14,50); “Entonces comenzó a imprecar y a jurar: - ¡No conozco a ese hombre! Y al momento cantó el gallo. Y Pedro se acordó de las palabras que Jesús le había dicho: Antes de que cante el gallo me habrás negado tres veces. Y salió fuera y lloró amargamente” (Mt 26,74); “Pilato le dijo: - ¿Qué es la verdad?” (Jn 18,38); “El centurión, que estaba enfrente de él, al ver cómo había expirado, dijo: -En verdad este hombre era Hijo de Dios” (Mc 15,39)

- “A veces la Cruz aparece sin buscarla: es Cristo que pregunta por nosotros. Y si acaso ante esa Cruz inesperada, y tal vez por eso más oscura, el corazón mostrara repugnancia… no le des consuelos. Y, lleno de una noble compasión, cuando los pida, dile despacio, como en confidencia: corazón, ¡corazón en la Cruz!, ¡corazón en la Cruz!” (san Josemaría Escrivá, “Vía Crucis”, Quinta estación)

LA HOJA SEMANAL
(del 26 al 31 de marzo)

Lunes (26)

Lunes Santo
Palabras: Seis días antes de la Pascua fue Jesús a Betania (Jn 12,1)
Reflexión: Marta servía y María ungió los pies de Jesús con perfume de nardo
Propósito, durante el día: Dedicar a Jesús muchos detalles de amor

Martes (27)

Martes Santo
Palabras: “¿Conque darás tu vida por mí? … (Jn 13,38)
Reflexión: … no cantará el gallo antes de que me hayas negado tres veces”
Propósito, durante el día: Pedir perdón a Dios por mis muchas negaciones

Miércoles (28)

Miércoles Santo
Palabras: Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar: ¿Soy yo acaso? (Mt 26,25)
Reflexión: Él respondió: Tú lo has dicho
Propósito, durante el día: Dolor de amor por las muchas veces que he entregado a Jesús

Jueves (29)

Jueves Santo
Palabras: “Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, … (Jn 13,1)
Reflexión: … los amó hasta el extremo”
Propósito, durante el día: Actos de amor a Jesús, acciones de gracias.

Viernes (30)

Viernes Santo (ayuno y abstinencia de carne y caldo de carne)
Palabras: “E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu” (Jn 19,30)
Reflexión: El sepulcro estaba cerca y pusieron allí a Jesús
Propósito, durante el día: Junto a Jesús, junto a María

Sábado (31)

Vigilia Pascual
Palabras: “Destruyendo a la muerte con tu Muerte… (del “Auctor salutis unice”)
Reflexión: … y entregando tu Vida por la nuestra”
Propósito, durante el día: Madre mía, contigo siempre y para siempre

(la reflexión y el propósito los fija cada uno, claro)

Las lecturas del día 25, domingo (de Ramos; ciclo B) nos llevan a vivir la Pasión de Cristo: “ofrecí la espalda a los que me apaleaban” (Is 50); “actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz” (Flp 2); “Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar: uno que está comiendo conmigo” (Mc 14). En la contemplación, son muchos los detalles de amor, de abandono, de maldad, pero vivimos animados en la esperanza del perdón y la misericordia de Dios.

PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO

- “La reacción de Jesús es sorprendente. Él no responde con un “sí” o con un “no”, sino que dice: “Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre” (v. 23). Estas palabras, que parecen a primera vista ignorar la pregunta de aquellos griegos, en realidad dan la verdadera respuesta, porque quien quiere conocer a Jesús debe mirar dentro de la cruz, donde se revela su gloria. Mirar dentro de la cruz. El Evangelio de hoy nos invita a dirigir nuestra mirada hacia el crucifijo, que no es un objeto ornamental o un accesorio para vestir —¡a veces manido!— sino que es un símbolo religioso para contemplar y comprender. En la imagen de Jesús crucificado se desvela el misterio de la muerte del hijo como supremo acto de amor, fuente de vida y de salvación para la humanidad de todos los tiempos. En sus llagas fuimos curados.” (Angelus, día 18 de marzo de 2018)

- “… Inspirado en un pasaje del Apocalipsis —“Dichosos los invitados al banquete de bodas del Cordero” (Apocalipsis 19, 9): dice «bodas» porque Jesús es el esposo de la Iglesia— esta invitación nos llama a experimentar la íntima unión con Cristo, fuente de alegría y de santidad. Es una invitación que alegra y juntos empuja hacia un examen de conciencia iluminado por la fe. Si por una parte, de hecho, vemos la distancia que nos separa de la santidad de Cristo, por la otra creemos que su Sangre viene “esparcida para la remisión de los pecados”. Todos nosotros fuimos perdonados en el bautismo y todos nosotros somos perdonados o seremos perdonados cada vez que nos acercamos al sacramento de la penitencia. Y no os olvidéis: Jesús perdona siempre. Jesús no se cansa de perdonar. Somos nosotros los que nos cansamos de pedir perdón. Precisamente pensando en el valor salvador de esa Sangre, san Ambrosio exclama: “Yo que peco siempre, debo siempre disponer de la medicina” (“De sacramentis”, 4, 28: PL 16, 446a). En esta fe, también nosotros queremos la mirada al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo y lo invocamos: “oh, Señor, no soy digno de que entres en mi casa: pero una palabra bastará para sanarme”. Esto lo decimos en cada Misa.

Si somos nosotros los que nos movemos en procesión para hacer la comunión, nosotros vamos hacia el altar en procesión para hacer la comunión, en realidad es Cristo quien viene a nuestro encuentro para asimilarnos a él. ¡Hay un encuentro con Jesús! Nutrirse de la eucaristía significa dejarse mutar en lo que recibimos. Nos ayuda san Agustín a comprenderlo, cuando habla de la luz recibida al escuchar decir de Cristo: “Manjar soy de grandes: crece y me comerás. Y tú no me transformarás en ti como al manjar de tu carne, sino tú te transformarás en mí” (“Confesiones” VII, 10, 16: pl 32, 742). Cada vez que nosotros hacemos la comunión, nos parecemos más a Jesús, nos transformamos más en Jesús. Como el pan y el vino se convierten en Cuerpo y Sangre del Señor, así cuantos le reciben con fe son transformados en eucaristía viviente. Al sacerdote que, distribuyendo la eucaristía, te dice: “El Cuerpo de Cristo”, tú respondes: “Amén”, o sea reconoces la gracia y el compromiso que conlleva convertirse en Cuerpo de Cristo. Porque cuando tú recibes la eucaristía te conviertes en cuerpo de Cristo. Es bonito, esto; es muy bonito. Mientras nos une a Cristo, arrancándonos de nuestros egoísmos, la comunión nos abre y une a todos aquellos que son una sola cosa en Él. Este es el prodigio de la comunión: ¡nos convertimos en lo que recibimos!” (Audiencia general, el día 21 de marzo de 2018)

(25.03.18)

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