LO TRIBUTARIO (nº 403)

Conocer el IVA (7): las importaciones

Recordamos que el IVA tiene tres hechos imponibles: las entregas de bienes y prestaciones de servicios, las adquisiciones intracomunitarias y las importaciones. Y, respecto de estos dos últimos, conviene recordar que las adquisiciones intracomunitarias de bienes serían importaciones si existieran fronteras comerciales y aduanas entre los Estados miembros de la UE. Como no las hay, había que diferenciar situaciones y regulas las adquisiciones intracomunitarias como operaciones “interiores” a diferencia de las importaciones. Y lo mismo cabe decir de las entregas intracomunitarias, exentas (art. 25 LIVA), como lo están (art. 21) las exportaciones, que son envíos fuera de la UE.

El hecho imponible “importaciones” se regula en tres artículos en cuanto que era preciso definir en qué consiste (art. 18 LIVA) y qué operaciones se asimilan a importaciones (art. 19 LIVA), como se hace con las entregas y servicios y con las adquisiciones intracomunitarias. Por lo demás se debe tener en cuenta que las importaciones sujetas lo están cualquiera que sea el fin al que se destinen y la condición del importador, sea o no empresario o profesional.

Precisamente la naturaleza de lo importador o la finalidad de la importación son criterios que fundamentan las exenciones en las importaciones (arts. 27 a 67 LIVA): lo que estaría exento si fuera una entrega interior; por traslado de residencia; por ser bienes personales (para amueblar una vivienda secundaria, por razón de matrimonio, por causa de herencia); de bienes muebles por estudiantes; de bienes de escaso valor; en régimen de viajeros; pequeños envíos; por traslado de la sede la actividad; bienes obtenidos por productores agrícolas o ganaderos en tierras de terceros países, sustancias terapéuticas de origen humano y de reactivos para la determinación de grupos sanguíneos y de los tejidos humanos. Y así muchos más (como ataúdes y objetos para cementerios o bienes destinados a la OTAN), incluidos los servicios relacionados con la importación.

El artículo 77 LIVA regula el devengo (cuando nace la obligación tributaria) del impuesto en las importaciones y el artículo 83 regula la base imponible (para cuantificar la magnitud sujeta a tributación por referencia al valor en aduana). El sujeto pasivo en las importaciones se regula en el artículo 86 LIVA. Como ocurre con las entregas y servicios y con las adquisiciones intracomunitarias la cuota del IVA resulta de aplicar a la base imponible el tipo de gravamen general, reducido o superreducido que se regulan en los artículos 90 y 91 LIVA. La cuota, determinada según la normativa aduanera, en las operaciones sujetas y gravadas (no exentas) se debe satisfacer y no es repercutible.

Las importaciones determinan muchas y detalladas exigencias, empezando por la declaración aduanera (que origina la iniciación por declaración que es uno de los procedimientos de gestión; arts. 128 a 130 LGT). Las importaciones tienen especial consideración en la regulación de los responsables del impuesto (obligados a satisfacer su importe aunque no son sujetos pasivos; art. 87 LIVA) y también las infracciones (art. 170. Dos. 5º y 8º LIVA) y sanciones (v. art. 171. Uno. 5º y 7º LIVA).

Así termina la exposición de la obligación tributaria por el IVA. Otra cosa es la exigibilidad de importe a ingresar periódicamente que resulta de restar del IVA devengado el IVA soportada deducible, como se verá seguidamente.

DE LO HUMANO A LO DIVINO

Posiblemente sea porque hay que olvidar asuntos graves excepcionales “in attesa di giudizio”, porque no se puede hacer nada para resolver otros cotidianos por falta de acuerdos políticos o porque se vive en la interinidad de los fundamentos éticos, pero lo cierto es que, a falta de otras noticias, aparece alguna tributaria. Así, se pudo leer “El Fisco subirá el plus a sus empleados si recaudan ingresos récord en el IVA”: “lograr” 90.800 millones en el impuesto, frente a la meta de 79.850 de 2017 (sic).

El cristiano vive la Cuaresma con espíritu renovado cada año. Si el Adviento es un “tiempo fuerte” de oración y austeridad para preparar el alma aireada, clara y aseada para alojar al Niño Dios, la Cuaresma llama cada año a los corazones para recuperar amores de siempre, la caridad primera (Ap 2,4), el amor a Dios hecho hombre, que vivió y permanece entre nosotros (“el Reino de Dios está al llegar”, “ha llegado”, “está en medio de vosotros”: Mt 10,7; 12,28; Lc 17,21). Es otro “tiempo fuerte”, en el que debemos esforzarnos en seguir los pasos de Cristo, que los aceleraba camino de la Pasión (Mc 10,32), con oración, limosna y sacrificio. Tiempo de propósitos: concretos, sinceros, que nos cueste hacerlos, que nos hagan bien y que no mortifiquen a los demás.

- LIMOSNA. “Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres con el fin de que os vean; de otro modo no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos. Por tanto, cuando des limosna no lo vayas pregonando, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, con el fin de que los alaben los hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa. Tú, por el contrario, cuando des limosna, que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu mano derecha, para que tu limosna quede en lo oculto; de este modo, tu Padre, que ve en lo oculto, te recompensará.” (Mt 6, 1-4). Limosna es dar, desprenderse de lo propio, compartir.

- ORACIÓN. “Cuando oréis, no seáis como los hipócritas que son amigos de orar puestos de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para exhibirse delante de los hombres; en verdad os digo que ya han recibieron su recompensa. Tú, por el contrario, cuanto te pongas a orar, entra en tu aposento y, con la puerta cerrada, ora a tu Padre, que está en lo oculto; y tu Padre, que ve en lo oculto, te recompensará.” (Mt 6, 5-6). Orar es tratar con Dios de nuestra vida, dar gracias y pedir “por mí, por otros”.

- SACRIFICIO. “Cuando ayunéis no so finjáis tristes como los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres noten que ayunan. En verdad os digo que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lávate la cara, para que no adviertan los hombres que ayunas, sino tu Padre, que está en lo oculto; y tu Padre, que ve en lo oculto, te recompensará.” (Mt 6, 16-18). Sacrificio es ofrecer a Dios lo que nos cuesta con los demás: escuchar, sonréir, aconsejar o callar; también dejar de darnos el gusto de algunas cosas: negarnos algún capricho en el comprar, en el comer o en el beber; quitarnos de pequeños placeres: fumar, aperitivo, merienda; corregir manías y asumir buenos hábitos y costumbres: orden, puntualidad, aseo, gestos, modos de hablar, acritud, palabras que pueden herir o molestar, murmurar, criticar.

Y en todo esto conviene abandonar “el yo” que siempre se entromete: “y yo también”, “pues yo”, “como yo”. “Si alguno quiere venir detrás de mí, que se niegue a sí mismo, que tome su cruz y me siga” (Mt 16,24)

LA HOJA SEMANAL
(del día 19 al 24 de febrero)

Lunes (19)

Beato Álvaro de Córdoba, presbítero (1ª de Cuaresma)
Palabras: “Venid vosotros benditos de mi Padre… (Mt 25,34)
Reflexión: … porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed…”
Propósito, durante el día: Limosna. Dar al que lo necesite; darme a los demás

Martes (20)

Beatos Francisco y Jacinta, de Fátima (1ª de Cuaresma)
Palabras: “Perdona nuestras ofensas… (Mt 6,12)
Reflexión: … pues nosotros hemos perdonado a los que nos han ofendido”
Propósito, durante el día: Oración. Rezar con atención: por mí, por los que lo necesitan

Miércoles (21)

San Pedro Damiani, obispo y doctor (1ª de Cuaresma)
Palabras: “La gente se apìñaba alrededor de Jesús” (Lc 11,29)
Reflexión: Estar cerca de Cristo, llevar a otros cerca de Cristo
Propósito, durante el día: Sacrificio. Aunque me cueste: hablar de Cristo, llevar a Cristo

Jueves (22)

La Cátedra de San Pedro (1ª de Cuaresma)
Palabras: “Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra… (Mt 16,19)
Reflexión: … quedará atado en el cielo, lo que desates en la tierra quedará desatado”
Propósito, durante el día: Amor al Papa. Oración por el Papa. Ofrecer por el Papa

Viernes (23)

San Policarpo, obispo y mártir (1ª de Cuaresma) (abstinencia de carne y caldo de carne)
Palabras: Si… tu hermano tiene quejas contra ti…” (Mt 5,23)
Reflexión: … deja allí tu ofrenda y vete primero a reconciliarte con tu hermano”
Propósito, durante el día: Perdonar, comprender, excusar; sin “libreta de agravios”

Sábado (24)

San Modesto de Tréveris, obispo (1ª de Cuaresma)
Palabras: Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen” (Mt 5,44)
Reflexión: Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo
Propósito, durante el día: Madre, te ofrezco mi Cuaresma; ayúdame a que la viva bien

(la reflexión y el propósito los fija cada uno, claro)

Las lecturas del día 18, domingo (1º de Cuaresma; ciclo B; 3º de san José) nos hablan del amor de Dios: “Ésta es la señal del pacto que hago con vosotros y con todo el que vive con vosotros, para todas las edades” (Gn 9); “Aquello fue un símbolo del bautismo que actualmente os salva” (1 Pe 3); “Está cerca del reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio” (Mc 1,13). Un pacto con Dios que es fiel, que es amor; hijo de Dios, hermano de Jesús, protegido por el Espíritu Santo. Y la Madre y los santos y el ángel.

PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO

- “¿Qué podemos hacer? Si vemos dentro de nosotros y a nuestro alrededor los signos que antes he descrito, la Iglesia, nuestra madre y maestra, además de la medicina a veces amarga de la verdad, nos ofrece en este tiempo de Cuaresma el dulce remedio de la oración, la limosna y el ayuno.
El hecho de dedicar más tiempo a la “oración” hace que nuestro corazón descubra las mentiras secretas con las cuales nos engañamos a nosotros mismos, para buscar finalmente el consuelo en Dios. Él es nuestro Padre y desea para nosotros la vida.

El ejercicio de la “limosna” nos libera de la avidez y nos ayuda a descubrir que el otro es mi hermano: nunca lo que tengo es sólo mío. Cuánto desearía que la limosna se convirtiera para todos en un auténtico estilo de vida. Al igual que, como cristianos, me gustaría que siguiésemos el ejemplo de los Apóstoles y viésemos en la posibilidad de compartir nuestros bienes con los demás un testimonio concreto de la comunión que vivimos en la Iglesia. A este propósito hago mía la exhortación de san Pablo, cuando invitaba a los corintios a participar en la colecta para la comunidad de Jerusalén: “Os conviene” (2 Co 8,10). Esto vale especialmente en Cuaresma, un tiempo en el que muchos organismos realizan colectas en favor de iglesias y poblaciones que pasan por dificultades. Y cuánto querría que también en nuestras relaciones cotidianas, ante cada hermano que nos pide ayuda, pensáramos que se trata de una llamada de la divina Providencia: cada limosna es una ocasión para participar en la Providencia de Dios hacia sus hijos; y si él hoy se sirve de mí para ayudar a un hermano, ¿no va a proveer también mañana a mis necesidades, él, que no se deja ganar por nadie en generosidad?

El “ayuno”, por último, debilita nuestra violencia, nos desarma, y constituye una importante ocasión para crecer. Por una parte, nos permite experimentar lo que sienten aquellos que carecen de lo indispensable y conocen el aguijón del hambre; por otra, expresa la condición de nuestro espíritu, hambriento de bondad y sediento de la vida de Dios. El ayuno nos despierta, nos hace estar más atentos a Dios y al prójimo, inflama nuestra voluntad de obedecer a Dios, que es el único que sacia nuestra hambre.” (Mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma de 2018)

- “Hermanos y hermanas, ninguna enfermedad es causa de impurezas: La enfermedad ciertamente atañe a toda la persona, pero de ninguna manera afecta o impide su relación con Dios. Al contrario, una persona enferma puede estar todavía más unida a Dios. En cambio, el pecado, ¡ese sí que nos vuelve impuros! El egoísmo, el orgullo, entrar en el mundo de la corrupción, estas son enfermedades del corazón de las que debemos ser purificados, recurriendo a Jesús como el leproso: "¡Si quieres, puedes limpiarme!". (Angelus, día 11 de febrero de 2018)

(18.02.18)

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