LO TRIBUTARIO

Reforma tributaria. LIS (2): los ajustes fiscales en los gastos

El artículo 10.3 LIS dice que la base imponible es el resultado contable corregido por ajustes fiscales; se pueden concretar en limitaciones y valoraciones. Así, se regulan: a) las amortizaciones (arts. 12) según se establece (coeficientes lineales; porcentaje constante, números digitos, intangibles, libertad de amortización); b) las valoraciones por pérdidas de valor (art. 13) para créditos según se establece (requisitos, exclusiones, prohibiciones y adquisición de activos intangibles de vida útil indefinida); c) las provisiones y otros gastos (art. 14) con prohibiciones (provisiones por contingencias análogas a las de los planes de pensiones, por retribuciones a largo plazo del personal; gastos asociados a provisiones) y condiciones (gastos pos actuaciones medioambientales según un plan, gastos que no fueron fiscalmente deducibles cuando lo sean, gastos que se correspondan con pagos basados en “instrumentos de patrimonio”, gastos relativos a provisiones técnicas de aseguradoras o de sociedades de garantía recíproca, gastos de reparación y revisión) y los gastos no deducibles.

Estas especialidades fiscales afectan a la realidad cuando se regula que, a efectos de la LIS, los “instrumentos de patrimonio” se califican según su naturaleza mercantil con independencia de su naturaleza contable. Y, así, se regula los gastos no deducibles (art. 15): los que representen retribución de los fondos propios y los préstamos participativos otorgados por entidades del mismo grupo; el IS contabilizado; las multas y sanciones y los recargos tributarios; las pérdidas en el juego; los donativos (salvo las atenciones a clientes y proveedores hasta el 1% de la cifra de negocios, los habituales al personal, los de promoción y los correlacionados con los ingresos y, tampoco, las retribuciones a administradores por funciones distintas a las de su cargo), los de carácter ilícito, los correspondientes a operaciones realizadas con residentes en paraísos fiscales, salvo prueba de que se realizaron (la transparencia fiscal no se aplica a las rentas correspondientes a gastos fiscalmente no deducibles), los financieros derivados de deudas con entidades del grupo (salvo motivos económicos válidos), los gastos que excedan para cada preceptor de un millón de euros o, en extinción de relación laboral, si es superior, si excede del importe que esté exento del IRPF (computando las cantidades satisfechas por entidades del mismo grupo) y los gastos correspondientes a operaciones vinculadas si por la calificación de éstas no generan ingreso, o general ingreso exento o sometido a un tipo nominal inferior al 10%. Todo un semillero de litigios por el empleo de conceptos jurídicos (donativos), económicos (motivo económico), literales (“realización efectiva” de operaciones “realizadas”) o gramaticales (empleo de “ni” precedido de una coma en una sucesión de varios “ni”)

Y los ajustes se completan con la limitación de la deducibilidad de gastos financieros netos (art. 16) que se definen como el exceso respecto de los ingresos por la cesión a terceros de capitales propios, excluidos algunos gastos no deducibles (art. 15, g), h) y j) LIS). En general, se aplica el límite del 30% del “beneficio operativo” del ejercicio, si bien son deducibles en todo caso gastos financieros por un millón de euros y los que no deducidos se pueden deducir en los períodos siguientes hasta el límite señalado. La regulación se completa con normas especiales para cuando los gastos no alcanzan el 30%, aplicación del régimen especial de agrupación de empresas (art. 43), período inferior al año, límite adicional en gastos para adquirir participaciones, entidades de crédito y aseguradoras y en el período de extinción de la entidad, salvo reestructuración.

DE LO HUMANO A LO DIVINO

Un alto cargo dice que el aumento recaudatorio no se utilizará en gastar más, sino en crear empleo y que el objetivo es mantener los ingresos tributarios en el 38%-39% PIB, destinando “el sobrante” en estimular el crecimiento. ¿Más ingresos que no se gastan?. ¿El ingreso sobrante?. ¿Devolverán lo cobrado?. Dudas fiscales inquietantes.

Para los cristianos, en el mes de noviembre es tradicional la reflexión sobre los novísimos. El Catecismo de la Iglesia Católica ofrece muchos textos que pueden ayudar en esa consideración. Así, sobre la Muerte: “Para mí, la vida es Cristo y morir una ganancia” (Flp 1,21), “Yo quiero ver a Dios y para verlo es necesario morir” (Sta. Teresa de Jesús), “Yo no muero, entro en la vida” (Sta. Teresa del Niño Jesús), “La vida de los que ti creemos, Señor, no termina, se transforma; y al deshacerse nuestra morada terrenal, adquirimos una mansión eterna en el cielo” (Prefacio de Difuntos). Sobre el Juicio es preciosa la frase: “A la tarde te examinarán en el amor” (San Juan de la Cruz) y el texto: “Alma cristiana, al salir de este mundo, marcha en el nombre de Dios Padre Todopoderoso, que te creó, en el nombre de Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que murió por ti, en el nombre del Espíritu Santo, que sobre ti descendió. Entra en el lugar de la paz y que tu morada este junto a Dios en Sión, la ciudad santa, con Santa María Virgen, Madre de Dios, con san José y todos los ángeles y santos... Te entrego a Dios, y, como criatura suya, te pongo en sus manos, pues es tu Hacedor, que te formó del polvo de la tierra. Y al dejar esta vida, salgan a tu encuentro la Virgen María y todos los ángeles y santos... Que puedas contemplar cara a cara a tu Redentor” (Rito de la Unción de Enfermos). El Cielo es estar con Dios: “Pues la vida es estar con Cristo; donde está Cristo, allí está la vida, allí está el reino” (san Ambrosio), “¡Cuál no será tu gloria y tu dicha!: Ser admitido a ver a Dios, tener el honor de participar en las alegrías de la salvación y de la luz eterna en la compañía de Cristo, el Señor tu Dios..., gozar en el Reino de los cielos en compañía de los justos y de los amigos de Dios, las alegrías de la inmortalidad alcanzada” (san Cipriano de Cartago”. Y es que: “Lo que ni ojo vio, ni oído oyó, ni al corazón del hombre llegó, lo que Dios preparó para los que le aman” (1 Co 2,9). Por ese motivo debemos estar preparados para evitar el Infierno: “Como no sabemos ni el día ni la hora, es necesario, según consejo del Señor, estar continuamente en vela. Para que así, terminada la única carrera que es nuestra vida en la tierra merezcamos entrar con Él en la boda y ser contados entre los santos y nos manden ir, como siervos malos y perezosos al fuego eterno, a las tinieblas exteriores...” (Conc. Vaticano II, “Lumen gentium”, 48), porque Dios “quiere que nadie perezca, sino que todos lleguen a la conversión” (2P 3,9)

En la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, el cristiano encuentra el gozo y la paz del amor de Dios que se vierte y desborda en nuestro corazones para amarle a Él y a los hermanos, todos los hombres y mujeres. Es el Reino de Dios, misericordioso: “Yo mismo pastorearé mis ovejas y las haré descansar... Buscaré las ovejas perdidas, recogeré las descarriadas; vendaré a las heridas; curaré a las enfermas: a las gordas y fuertes las guardaré y las apacentaré como es debido” (Ez 34, 15-16). Es el Reino de Dios que está en nosotros que formamos la Iglesia. Tiempo de jaculatoria unidos al Papa: “Todos con Pedro, a Jesús por María”. Tiempo de completar el repaso de referencias en el Nuevo Testamento: “Te daré las llaves del Reino de los Cielos” (Mt 16, 19). Y tiempo de recordar la frase de Cristo en la Cruz: “En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el Paraíso” (Lc 23,43); para muchos, la prueba del final del tiempo, del hoy, para entrar en la eternidad del para siempre. “Creo en la vida eterna”, rezamos.

LA HOJA SEMANAL
(del 24 al 29 de noviembre)

Lunes (24)

San Andrés Dung-Lac y compañeros mártires (s. 34ª TO; oración por los difuntos)
Las palabras: “Ella ha echado todo lo que tenía para vivir” (Lc 21,4)
Reflexión: Los ricos echaban en el arca de ofrendas lo que les sobraba
Propósito, durante el día: Compartir: limosna, servicio, consuelo, alegría

Martes (25)

Santa Catalina de Alejandría, mártir (oración por los difuntos)
Las palabras: “Maestro, ¿cuándo va a ser eso? (Lc 21,7)
Reflexión: El fin de este mundo. El Juicio final
Propósito, durante el día: Testimonio: recodar y hacer las obras de misericordia

Miércoles (26)

San Juan Berchmans, confesor (oración por los difuntos)
Las palabras: “Ni un cabello de vuestra cabeza perecerá” (Lc 21,18)
Reflexión: Vuestra perseverancia salvará vuestras almas
Propósito, durante el día: Santo abandono. Presencia de Dios: Hágase tu voluntad

Jueves (27)

Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa (oración por los difuntos)
Las palabras: “Se acerca vuestra redención” (Lc 21,28)
Reflexión: Verán al Hijo del hombre venir con poder y majestad
Propósito, durante el día: Esperanza en Dios. Actos de confianza en su misericordia

Viernes (28)

San Gregorio III, papa (oración por los difuntos)
Las palabras: “Mis palabras no pasarán” (Lc 21,33)
Reflexión: El cielo y la tierra pasarán. El fin del tiempo, la eternidad
Propósito, durante el día: Actos de fe en Dios. Cada instante con Él, por Él, para Él

Sábado (29)

San Gerardo, abad (oración por los difuntos; novena a la Inmaculada)
Las palabras: “Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza...” (Lc 21,36)
Reflexión: Que no se os embote la mente con los agobios de la vida
Propósito, durante el día: Amor de Dios. Actos de amor a la Misericordia divina

(la reflexión y el propósito los fija cada uno, claro)

La semana (34ª TO, ciclo A) empieza con Cristo Rey y acaba (día 30) con san Andrés, el fin del año litúrgico y el primer domingo de Adviento. Ante el natural temor a lo que acaba, las lecturas del domingo (día 23) están llenas de esperanza: la profecía del buen pastor (Ez 34), “Dios será todo en todos” (1 Co 15), “los justos irán a la vida eterna” (Mt 25). Buen propósito semanal puede ser repetir el salmo 22: “El Señor es mi pastor, nada me falta... Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida y habitaré en la casa del Señor por años sin término”

PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO

- “Esta parábola nos alienta a no esconder nuestra fe y nuestra pertenencia a Cristo, a no sepultar la Palabra del Evangelio, sino a hacerla circular en nuestra vida, en las relaciones, en las situaciones concretas, como fuerza que pone en crisis, que purifica y renueva. Así también el perdón que el Señor nos da especialmente en el sacramento de la Reconciliación: no lo tengamos cerrado en nosotros mismos, sino dejemos que irradie su fuerza, que haga caer los muros que levantó nuestro egoísmo, que nos haga dar el primer paso en las relaciones bloqueadas, retomar el diálogo donde ya no hay comunicación... Y así sucesivamente. Hacer que estos talentos, estos regalos, estos dones que el Señor nos dio, sean para los demás, crezcan, produzcan fruto, con nuestro testimonio.” (Angelus, en la plaza de San Pedro, el día 16 de noviembre de 2014)

- “Todo esto nos hace comprender que, para ser santos, no hay que ser forzosamente obispos, sacerdotes o religiosos: no, todos estamos llamados a ser santos. Muchas veces tenemos la tentación de pensar que la santidad está reservada sólo para quienes tienen la posibilidad de tomar distancia de las ocupaciones ordinarias, para dedicarse exclusivamente a la oración. Pero no es así. Alguno piensa que la santidad es cerrar los ojos y poner cara de santito. ¡No! No es esto la santidad. La santidad es algo más grande, más profundo que nos da Dios. Es más, estamos llamados a ser santos precisamente viviendo con amor y ofreciendo el propio testimonio cristiano en las ocupaciones de cada día. Y cada uno en las condiciones y en el estado de vida en el que se encuentra. ¿Tú eres consagrado, eres consagrada? Sé santo viviendo con alegría tu entrega y tu ministerio. ¿Estás casado? Sé santo amando y ocupándote de tu marido o de tu esposa, como Cristo lo hizo con la Iglesia. ¿Eres un bautizado no casado? Sé santo cumpliendo con honradez y competencia tu trabajo y ofreciendo el tiempo al servicio de los hermanos. “Pero, padre, yo trabajo en una fábrica; yo trabajo como contable, siempre con los números, y allí no se puede ser santo...”. —“Sí, se puede. Allí donde trabajas, tú puedes ser santo. Dios te da la gracia para llegar a ser santo. Dios se comunica contigo”. Siempre, en todo lugar se puede llegar a ser santo, es decir, podemos abrirnos a esta gracia que actúa dentro de nosotros y nos conduce a la santidad. ¿Eres padre o abuelo? Sé santo enseñando con pasión a los hijos o a los nietos a conocer y a seguir a Jesús. Es necesaria mucha paciencia para esto, para ser un buen padre, un buen abuelo, una buena madre, una buena abuela; se necesita mucha paciencia y en esa paciencia está la santidad: ejercitando la paciencia. ¿Eres catequista, educador o voluntario? Sé santo siendo signo visible del amor de Dios y de su presencia junto a nosotros. Es esto: cada estado de vida conduce a la santidad, ¡siempre! En tu casa, por la calle, en el trabajo, en la Iglesia, en ese momento y en tu estado de vida se abrió el camino hacia la santidad. No os desalentéis al ir por este camino. Es precisamente Dios quien nos da la gracia. Sólo esto pide el Señor: que estemos en comunión con Él y al servicio de los hermanos.” (Audiencia general, en la plaza de San Pedro el día 19 de noviembre de 2014)

No hay comentarios:

Publicar un comentario