LO TRIBUTARIO
Reforma tributaria (3). LGT: obligaciones conexas
Lo tributario tiene su lenguaje y en la ley no hay excusa para desconocerlo. La obligación principal es el pago de la cuota tributaria (art. 19 LGT). También hay obligación de hacer pagos a cuenta (art. 23 LGT) y de soportar las prestaciones tributarias entre particulares (art. 24 LGT). Son obligaciones accesorias el pago de recargos e intereses (arts. 25 a 28 LGT). Y son formales (art. 29 LGT) las obligaciones no pecuniarias establecidas por las leyes. De obligaciones conexas no había noticias.
La reforma explica que, cuando la Administración regulariza una situación, de oficio o por solicitud de un administrado para la rectificación de su autoloquidación, puede ocurrir que, para aplicar los mismos criterios modificando una obligación conexa, haya prescrito el derecho a hacerlo. Dice que así se perjudican gravemente los intereses del acreedor fiscal (supuestos de nula tributación) y de los interesados (doble imposición). Y, por este motivo, se regula: la interrupción de la prescripción en obligaciones conexas y también el procedimiento para que la Administración liquide; la posible compensación de cantidades a ingresar y a devolver; y el reintegro de devoluciones que estén vinculadas a las liquidaciones que estén siendo objeto de recurso o reclamación. A estos efectos se modifica el art. 68 LGT añadiendo un ap. 9: la interrupción de la prescripción del derecho a determinar la deuda tributaria (art. 66.a) LGT) determina también la de los derechos (art. 66 a) y c) LGT) relativos a las obligaciones conexas cuando en ellas se haya de producir una tributación distinta por aplicación de los criterios o elementos en que fundamente otra regularización. Y se define como obligación conexa aquella en la que alguno de sus “elementos” resulten afectados o se determinen en función de los correspondientes a otra obligación o período distinto.
La primera regla del “manual de simples” es buscar en preceptos posteriores lo que completa la previsión del anterior que se intenta comprender. En este caso, el art. 73.1 LGT se modifica estableciendo que se compensarán de oficio, durante el período de ingreso voluntario, las cantidades a ingresar y a devolver que resulten de la ejecución de la resolución a que se refiere el art. 239.7 LGT. Y éste dice que si se estima en todo o en parte una reclamación contra la liquidación de una obligación conexa a otra del mismo obligado tributario, según art. 68.9 LGT, se regularizará la conexa distinta de la recurrida que hubiese regularizado la Administración en aplicación de los criterios o “elementos” en que se fundamentó la liquidación objeto de reclamación. Si de esa regularización resulta la anulación de la liquidación distinta de la conexa recurrida y la práctica de nueva liquidación, los intereses de demora se calculan según art. 26.5 LGT.
Reflexionando sobre estas modificaciones es imposible sustraerse a la tantas veces proclamada seguridad jurídica cuya mayor garantía se declara como objetivo esencial de la reforma. Pero se regula la absoluta inseguridad: el carácter definitivo de situaciones prescritas desaparece por la contingencia de la regularización de obligaciones conexas. No se trata de que, quizá, a veces, pueda favorecer al administrado, se trata de mantener, sin plazo, la incertidumbre. Se trata de dar un rodeo a la revocación (art. 219 LG) de actos contra Derecho. Y surgen dudas respecto de obligaciones conexas con efectos en terceros (pagos a cuenta, vinculación...) o respecto de palabras como “elementos” de la obligación tributaria (en la LGT referidos a la base imponible) que pueden conducir a mayores concreciones (importes en gastos o ingresos). Es la seguridad en lo inseguro.
DE LO HUMANO A LO DIVINO
Pocas noticias fiscales aún. Hasta junio la Hacienda ha ingresado 5.508 millones de euros, con una ligera alza sobre los 5.033 millones del mismo período en el año anterior. Este crecimiento continuado en el tiempo hace pensar que o la corrección del fraude no es eficaz o no es fraude todo lo que se regulariza o hay conciencia colectiva asumida de que de todo control resultan diferencias o es un problema patológico.
Nadie y nada de lo que ocurre cada día es ajeno ni indiferente para el cristiano que ha acogido la fe que se le ha dado porque toda su vida tiene como fin la mayor gloria de Dios. Y, como buen hijo de tan amoroso Padre, lo busca en todos los acontecimientos y quiere quedarse con Él cuando lo encuentra. Dios siempre se hace el encontradizo.
De los encuentros con Jesús hay muchas noticias en el Evangelio. Para algunos, uno de los pasajes más significativos es el de la curación del ciego de nacimiento (Jn 9). Al pasar vio Jesús a un hombre ciego de nacimiento. Hizo lodo con su saliva, lo aplicó en sus ojos y le dijo: - “Anda a lavarte en la piscina de Siloé” (que significa “Enviado”). Fue se lavó y volvió con vista. Los vecinos y los que lo habían antes, cuando era mendigo, decían: - ¿No es éste el que estaba sentado y pedía limosna?. Unos decían: -Sí, es él. Otros, en cambio: - De ningún modo, sino que se le parece. Él decía: - Soy yo. Y le preguntaban: - ¿Cómo se le abrieron los ojos?. Él respondió: - Ese hombre que se llama Jesús hizo lodo, me untó los ojos y me dijo “Vete a la piscina de Siloé y lávate” Así que fui, me lavé y comencé a ver. Le dijeron: - ¿Dónde está ése?. Él respondió no lo sé. Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego... Y los fariseos empezaron otra vez a preguntarle cómo había comenzado a ver. Él les respondió: - me puso lodo en los ojos, me levé y veo. Entonces algunos de los fariseos decían: - Ese hombre no es de Dios, porque no guarda el sábado. Pero otros decían: - ¿Cómo es que un hombre pecador puede hacer semejantes prodigios? Y había división entre ellos. Le dijeron, pues, otra vez al ciego: - ¿Tú que dices de él, puesto que te ha abierto los ojos?. – Que es un profeta, respondió. No creyeron los judíos y llamaron a sus padres y les preguntaron: ¿Es este vuestro hijo que decís que nació ciego? ¿Entonces cómo es que ahora ve?. Respondieron los padres: - Nosotros sabemos que éste es nuestro hijo y que nació ciego. Lo que no sabemos es cómo ahora ve. Tampoco sabemos quién le abrió los ojos. Preguntádselo a él, que dad tiene. Él podrá decir de sí mismo (san Juan dice que respondieron así porque tenían miedo). Y llamaron por segunda vez al que había sido ciego: - Da gloria a Dios; nosotros sabemos que ese hombre es un pecador. Él les contestó: - Yo no sé si es un pecador. Sólo sé una cosa: que yo era ciego y que ahora veo. Entonces le dijeron: - ¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos?. – Ya os lo dije y no lo escuchasteis. ¿Por qué lo queréis oír de nuevo? ¿Es que también vosotros queréis haceros discípulos suyos?. Ellos lo insultaron y dijeron: - Discípulo suyo serás tú; nosotros domos discípulos de Moisés. Sabemos que Dios habló a Moisés, pero ése no sabemos de dónde es. Aquel hombre les respondió: - Esto es precisamente lo asombroso que vosotros no sepáis de dónde es y que me haya abierto los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores. En cambio, si uno honra a Dios y hace su voluntad, a ése lo escucha. Jamás se ha oído decir que alguien haya abierto los ojos a un ciego de nacimiento. Si éste no fuera de Dios no hubiese podido hacer nada. Ellos le replicaron: -Has nacido en pecado y ¿nos vas a enseñar tú a nosotros?. Y le echaron fuera... Oyó Jesús que lo habían echado fuera y cuando se encontró con él le dijo: - ¿Crees tú en el Hijo del Hombre?. - ¿Y quién es, Señor, para que crea en él?, respondió. Le dijo Jesús: - Sí lo has visto: el que está hablando contigo, ése es. Y él exclamó: - Creo, Señor.”
LA HOJA SEMANAL
(del 15 al 20 de septiembre)
Lunes (15)
Nuestra Señora, la Virgen de los Dolores (24ª semana TO)
Las palabras: “Aquí tienes a tu madre” (Jn 19,27)
La reflexión: Junto a la cruz estaban su madre, otras mujeres y Juan
Propósito, durante el día: Hablar a menudo con nuestra Madre
Martes (16)
Santos Cornelio, papa, y Cipriano, obispo, mártires
Las palabras: “El Señor, al verla le dio lástima y le dijo: “No llores” (Lc 7,13)
La reflexión: La viuda de Naín que iba a enterrar a su hijo único
Propósito, durante el día: Actos confianza y amor al Corazón de Jesús
Miércoles (17)
San Roberto Belarmino, obispo y doctor de la Iglesia
Las palabras: “¿A quién se parecen los hombres de esta generación?” (Lc 7,31)
La reflexión: Descreídos. Negando la verdad de Dios
Propósito, durante el día: Actos de fe en Jesucristo. Hablarle con confianza
Jueves (18)
San José de Cupertino, mártir
Las palabras: “Sus muchos pecados le son perdonados por su mucho amor” (Lc 7,47)
La reflexión: La pecadora que ungió los pies de Jesús
Propósito, durante el día: Actos de conversión. Propósitos concretos
Viernes (19)
San Jenaro, obispo y mártir
Las palabras: “Lo acompañaban los doce y algunas mujeres” (Lc 8,2)
La reflexión: Jesús iba caminando de ciudad en ciudad
Propósito, durante el día: Vivir conscientemente en la compañía de Jesús
Sábado (20)
San Andrés Kim Taegon y compañeros mártires de Corea
Las palabras: “Salió el sembrador a sembrar su semilla...” (Lc 8,5)
La reflexión: Los que escuchan con corazón noble y generoso
Propósito, durante el día: Rezar por la Iglesia perseguida, encomendarse a los mártires
(la reflexión y el propósito los fija cada uno, claro)
La semana (24ª TO, ciclo A) empieza con la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz y las lecturas nos llevan del símbolo de la serpiente de bronce en el desierto (los mordidos, la miraban y quedaban curados, Nm 21) y al anonadamiento de Cristo (se sometió a la muerte, muerte de cruz, Flp 2), por el amor (tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo, Jn 3). Y el propósito semanal tiene que llenarse de acciones de gracias al Amor que quiere que el mundo se salve, de actos de amor a Jesús crucificado y de actos de entrega a Dios en las contrariedades de cada día.
PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO
- “En realidad, ante Dios todos somos pecadores y necesitados de perdón. Todos. Jesús, en efecto, nos dijo que no juzguemos. La corrección fraterna es un aspecto del amor y de la comunión que deben reinar en la comunidad cristiana, es un servicio mutuo que podemos y debemos prestarnos los unos a los otros. Corregir al hermano es un servicio, y es posible y eficaz sólo si cada uno se reconoce pecador y necesitado del perdón del Señor. La conciencia misma que me hace reconocer el error del otro, antes aún me recuerda que yo mismo me equivoqué y me equivoco muchos veces.
Por ello, al inicio de cada misa, somos invitados a reconocer ante el Señor que somos pecadores, expresando con las palabra y con los gestos el sincero arrepentimiento del corazón. Y decimos: “Ten piedad de mí, Señor. Soy pecador. Confieso, Dios omnipotente, mis pecados”. Y no decimos: “Señor, ten piedad de este que está a mi lado, o de esta, que son pecadores”. ¡No! “¡Ten piedad de mí!”. Todos somos pecadores y necesitados del perdón del Señor. Es el Espíritu Santo quien habla a nuestro espíritu y nos hace reconocer nuestras culpas a la luz de la palabra de Jesús. Es Jesús mismo que nos invita a todos a su mesa, santos y pecadores, recogiéndonos de las encrucijadas de los caminos, de las diversas situaciones de la vida (cf. Mt 22, 9-10). Y entre las condiciones que unen a los participantes en la celebración eucarística, dos son fundamentales, dos condiciones para ir bien a misa: todos somos pecadores y a todos Dios da su misericordia. Son dos condiciones que abren de par en par la puerta para entrar bien en la misa. Debemos recordar siempre esto antes de ir al hermano para la corrección fraterna.
Pidamos esto por intercesión de la bienaventurada Virgen María, que mañana celebraremos en la conmemoración litúrgica de su Natividad.” (Angelus, en la plaza de San Pedro, el día 7 de septiembre de 2004)
- “Queridos hermanos y hermanas, así la Iglesia es madre, enseñando a sus hijos las obras de misericordia. Ella aprendió de Jesús este camino, aprendió que esto es lo esencial para la salvación. No basta amar a quien nos ama. Jesús dice que esto lo hacen los paganos. No basta hacer el bien a quien nos hace el bien. Para cambiar el mundo en algo mejor es necesario hacer el bien a quien no es capaz de hacer lo mismo, como hizo el Padre con nosotros, dándonos a Jesús. ¿Cuánto hemos pagado nosotros por nuestra redención? Nada, todo es gratis. Hacer el bien sin esperar algo a cambio. Eso hizo el Padre con nosotros y nosotros debemos hacer lo mismo. Haz el bien y sigue adelante.
Qué hermoso es vivir en la Iglesia, en nuestra madre Iglesia que nos enseña estas cosas que nos ha enseñado Jesús. Damos gracias al Señor, que nos da la gracia de tener como madre a la Iglesia, ella que nos enseña el camino de la misericordia, que es la senda de la vida. Demos gracias al Señor.” (Audiencia general, en la plaza de San Pedro, el día 10 de septiembre de 2014)
No hay comentarios:
Publicar un comentario