LO TRIBUTARIO (nº1049)
Ciencia de la Hacienda: 62) las infracciones tributarias
Era frecuente en las lecciones sobre moral señalar las diferencias entre la intención y la voluntad de incumplir, así como la importancia de la tipificación legal de la infracción, acudiendo a un supuesto de fiestas del pueblo. Días antes, uno del pueblo comentaba con otro que no pensaba ir a misa en la fiesta del Santo Patrono aunque fuera fiesta de precepto. Y no fue, pero no estaba preceptuado ir a misa. “Nullum crime sine lege”, sin tipificación no hay delito. En cambio, el vecino, sí fue a misa en la fiesta del patrono, pero no el domingo, porque creía de buena fe haber cumplido ya en esa semana. Hecho voluntario, pero no infracción intencional. Un tercero no fue a misa porque estaba enfermo (causa mayor, ausencia de intención y de voluntad) y tampoco otro que venía de viaje, intentó llegar a tiempo, pero llegó después del “Ite, misa est” (ausencia de culpa si no hubo negligencia). Cuando el RD 2631/1985, reglamentó el procedimiento para sancionar las infracciones tributarias, consideró que la buena y la mala fe eran criterios de graduación (art. 11) y estableció que, en las infracciones graves, se presumiría siempre la buena fe de quien llevara su contabilidad y registros obligatorios, cumpliendo los requisitos exigidos, si además cumplía correctamente sus obligaciones formales (art. 14). En ese mismo precepto se regulaba, y relacionaba, también las circunstancias que llevaban a entender que el infractor había actuado de mala fe. Adolecía el reglamento de insuficiencia normativa, porque es materia que se debe regular por ley, y también porque no puede haber intención de incumplir cuando hay buena fe que se define como convicción íntima de actuar según Derecho (TS s. 29.10.97). Fue un paso normativo importante. Y animó a los autores de la Ley 1/1998, de derechos y garantías de los contribuyentes, para incluir (art. 33) la regulación de la presunción legal de la buena fe de los contribuyentes (ap.1; intención) diferenciada de la presunción de inocencia (ap. 2; voluntad). Se resistió la Administración considerando que era la misma presunción o, increíblemente, que regulaba la buena fe de la Administración. Con la Ley 58/2003, LGT, desapareció la presunción legal de buena fe de los contribuyentes, aunque la Exposición de Motivos, decía, sin rubor, que mantenía la regulación anterior. Como debe ser en Derecho, las sentencias siguen aplicando la buena fe probada, que no es lo mismo que su presunción.
En los campamentos de verano de las Milicias Universitarias (IPS), en los años cincuenta y sesenta del siglo pasado, además de la formación en orden cerrado y las prácticas de guerra en el campo, se daban clases de armamento y ordenanzas. Y se cuenta que, al atender a la la relación de faltas y castigos (prevención, calabozo ... castillo), un estudiante de Derecho dijo: “Aquí vivimos de milagro”. Cuando se lee la relación de infracciones tipificadas en la LGT (arts. 191 a 206) la sensación primera es abrumadora, pero en segunda aproximación se descubre que, además, es como la Hidra de Lerna, que, además de sus cabezas, si se cortaban reproducían otras más (Diodoro). Hay preceptos que incluyen distintas infracciones (arts. 198,199 LGT) o añadidas (arts. 191.1, 195.1, 199,1 202.3 LGT) y mismos hechos que determinan varias infracciones (arts. 180.2 LGT). Y sanciones específicas en el IVA (art. 170 y 171) y en impuestos especiales. Además de supuestos de responsabilidad tributaria con naturaleza de sanción. Y las sombras del procedimiento para aplicar sanciones: “Hay voluntariedad porque la conducta podía haber sido otra”. Nada de: “La sinceridad excluye la malicia”
DE LO HUMANO A LO DIVINO
Si el principio de capacidad económica (art. 31 CE) es la esencia general del sistema tributario, todo tributo discriminador por personas o sectores es inconstitucional e ilegal.
Jesucristo Rey del Universo. Se acabó el año litúrgico. Pero los cristianos se despiden con el resplandor de la gloria de Dios: “Un domingo caí en éxtasis y oí a mis espaldas una voz potente, como una trompeta. Me volví a ver quién me hablaba, y, al volverme, vi siete candelabros de oro y en medio de ellos una figura humana, vestida de larga túnica, con un cinturón de oro a la altura del pecho. El pelo de su cabeza era blanco como la lana, como nieve; sus ojos llameaban, sus pies parecían de bronce incandescente en la fragua, y era su voz como el estruendo del océano. Con la mano derecha sostenía siete estrellas, de su boca salía una espada aguda de dos filos, y su semblante resplandecía como el sol en plena fuerza. Al verlo, caís a sus pies como muerto. Él puso la mano derecho sobre mí y dijo: No temas: Yo soy el primero y el último, yo soy el que vive. Estaba muerto, y, ya ves, vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del abismo. Al que salga vencedor, cumpliendo hasta el final mis obras, le daré autoridad sobre las naciones, la misma que yo tengo de mi Padre; le daré el lucero de la mañana y no borraré su nombre del libro de la vida, pues ante mi Padre y ante los ángeles reconoceré su nombre. Lo haré columna del santuario de mi Dios, y ya no saldrá nunca de él; grabaré en él el nombre de mi Dios, el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén que baja del cielo de junto a mi Dios, y mi nombre nuevo. Estoy a la puerta llamando: si alguien oye y me abre, entraré y comeremos juntos. Al que salga vencedor lo sentaré en mi trono junto a mí; lo mismo que yo, cuando vencí, me senté en el trono de mi Padre, junto a él” (Ap. 1,10; 12-18,, 2, 26, 27; 3, 5, 12, 20-21)
Y la poesía: “Oh, Príncipe absoluto de los siglos, / oh Jesucristo, Rey de las naciones: / te confesamos árbitro supremo / de las mentes y de los corazones. / O, Jesucristo, Príncipe pacífico, / somete a los espíritus rebeldes, / y haz que encuentren rumbo los perdidos, / y que en un solo aprisco se congreguen. / Para eso pendes de una cruz sangrienta / y abres en ella tus divinos brazos; / pare eso muestras en tu pecho herido / tu ardiente corazón atravesado. / Glorificado seas, Jesucristo, / que repartes los cetros de la tierra; / y que contigo y con tu eterno Padre / glorificado el Paráclito sea” (I Vísperas, Domingo, Jesucristo Rey del Universo)
El evangelio: “En aquel tiempo, dijo Pilato a Jesús: - ¿Eres tú el rey de los judíos? Jesús contestó: - ¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí? Pilato replicó: - ¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho? Jesús le contestó: - Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí. Pilato le dijo: - ¿Conque tú eres rey?. Jesús le contestó: - Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz” (Jn 18, 33b-37)
Y cantamos: “El Señor reina vestido de majestad, el Señor, vestido y ceñido de poder. Ahí está firme el orbe y no vacila. Tu trono está firme para siempre y tú eres eterno. Tus mandatos son fieles y seguros; la santidad es el adorno de tu casa, Señor, por días sin término” (salmo 92). Cristo Rey, vive. ¡Viva Cristo Rey!.
LA
HOJA SEMANAL
(del 25 al 30 de noviembre)
Lunes (25)
Santa Catalina (34ª TO)
Palabras: “… Ella, que pasa necesidad ha echado todo lo que tenía” (Lc 21,4)
Reflexión: “Los demás han echado de lo que les sobra”
Propósito, durante el día: Todo lo que poseo Tú me lo has dado. Todo es tuyo
Martes
(26)
San Juan Berchmans, religioso (34ª TO)
Palabras: “Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, … (Lc 21,9)
Reflexión:... no tengáis pánico… El final no vendrá en seguida”
Propósito, durante el día: Del Enemigo Malo, defiéndeme
Miércoles
(27)
Nª Sª de la Medalla Milagrosa (Bto. Reimundo Llull) (34ª TO)
Palabras: “… Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas” (Lc 21,19)
Reflexión: “Ni un cabello de vuestra cabeza perecerá…”
Propósito, durante le día: Señor, aumenta nuestra fe
Jueves
(28)
Palabras: “… alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación” (Lc 21,28)
Reflexión: “Verán la Hijo del hombre venir en una nube, con poder y majestad...
Propósito, durante el día: Mándame ir a Ti, para que con tus santos te alabe
Viernes (29)
Santa Iluminada, virgen (34ª TO; empieza novena a la Inmaculada) (día de abstinencia)
Palabras: “… El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán” (Lc 21,33)
Reflexión: “Cuando veáis que suceden estas cosas sabed que está cerca el Reino de Dios
Propósito, durante el día: Jesucristo, dentro de tus llagas escóndeme
Sábado
(30)
San Andrés, apóstol
Palabras: “Vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés… (Mt 4,18)
Reflexión: …, su hermano, que estaban echando el copo en el lago
Propósito, durante el día: Madre, mientras moi vida alentare todo mi amor para ti
(la
reflexión y el propósíto los fija cada uno, claro)
Las lecturas del día 24, domingo (Jesucristo, Rey del Universo, ciclo B), con el que acaba el caño litúrgico, proclaman la “Segunda Venida” de Jesucristo y el final del mundo: “Vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre” (Dn 7); “Él viene en las nubes. Todo ojo lo verá; también los que lo atravesaron” (Ap 1); “Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz” (Jn 18).
PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO
- “Al mismo tiempo, Jesús habla de “lo que permanece”. Todo pasa, pero sus palabras no pasarán: las palabras de Jesús permanecen por siempre. Así nos invita a confiar en el Evangelio, que contiene una promesa de salvación y eternidad, y a dejar de vivir bajo la angustia de la muerte. Porque mientras todo pasa, Cristo permanece. En Él, en Cristo, volveremos a encontrar un día las cosas y las personas que han pasado y que nos han acompañado en nuestra existencia terrenal. A la luz de esta promesa de resurrección, toda realidad adquiere un significado nuevo: todo muere y también nosotros moriremos un día, pero no perderemos nada de lo que hemos construido y amado, porque la muerte será el comienzo de una nueva vida. Hermanos y hermanas, incluso en las tribulaciones, en las crisis, en los fracasos, el Evangelio nos invita a mirar la vida y la historia sin tener miedo de perder lo que acaba, sino con alegría por lo que queda. No olvidemos que Dios nos prepara un futuro de vida y alegría. Así pues, preguntémonos: ¿estamos apegados a las cosas de la tierra, que pasan, que pasan rápidamente, o a las palabras del Señor, que permanecen y nos guían hacia la eternidad? Por favor, hagámonos esta pregunta. Nos va a ayudar.” (Angelus, 17 de noviembre de 2024)
- “Añadamos una cosa más: al hablar de carismas, hay que disipar de inmediato un malentendido: el de identificarlos con dones y capacidades espectaculares y extraordinarios; se trata, en cambio, de dones ordinarios -cada uno de nosotros tiene su propio carisma- que adquieren un valor extraordinario cuando son inspirados por el Espíritu Santo y encarnados en las situaciones de la vida con amor. Esta interpretación del carisma es importante, porque muchos cristianos, al oír hablar de carismas, experimentan tristeza o desilusión, ya que están convencidos de no poseer ninguno y se sienten excluidos o cristianos de segunda clase. No, no hay cristianos de “segunda clase”, no, cada uno tiene su carisma personal y también comunitario. A ellos ya les respondió San Agustín en su época con una comparación muy elocuente: “Si amas aquello que posees, no es poco -decía a su pueblo- Si amas la unidad, todo lo que en ella es poseído por alguien, ¡lo posees tú también!… En el cuerpo ve el ojo solo; pero ¿acaso el ojo ve solamente para sí mismo? No, ve también para la mano, para el pie y para los demás miembros” (Audiencia general, 20 de noviembre de 2024)
- Perspectivas trinitarias. 77. Entonces, nuestra relación con el Corazón de Cristo se transforma bajo ese impulso del Espíritu, que nos orienta hacia el Padre, fuente de la vida y último origen de la gracia. Cristo mismo no desea que nos detengamos sólo en él. El amor de Cristo es “revelación de la misericordia del Padre”. Su deseo es que, impulsados por el Espíritu que brota de su Corazón, “con él y en él” vayamos al Padre. La gloria se dirige hacia el Padre “por” Cristo, “con” Cristo y “en” Cristo. San Juan Pablo II enseñaba que “el Corazón del Salvador invita a remontarse al amor del Padre, que es el manantial de todo amor auténtico”. Eso mismo es lo que el Espíritu Santo, que llega a nosotros desde el Corazón de Cristo, busca alimentar en nuestros corazones. De ahí que la Liturgia, bajo la acción vivificadora del Espíritu, siempre se dirige al Padre desde el Corazón resucitado de Cristo.” (Enc. “Dilexit nos”)
(24.11.24)
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