LO TRIBUTARIO (nº
735)
El derecho a una buena Administración (26):
sociología fiscal
El artículo 41 de la Carta de Derechos Fundamentales
de la UE (7.12.2000), establece: “1. Toda persona tiene derecho a
que las instituciones, órganos y organismos de la Unión traten sus asuntos
imparcial y equitativamente y dentro de un plazo razonable.”
“Contribuir es recibir” fue la frase que animaba a los
contribuyentes a declarar con exactitud y a pagar el impuesto que correspondía
a cada uno. Fue hace medio siglo. Después vino “Hacienda somos todos” y, casi
inevitablemente, el honroso título de contribuyente, el que aporta, el que
contribuye a financiar el gasto común, fue sustituido por el de “obligado
tributario”, que evita caer en la tentación de pensar que también podría tener
derechos. La protesta racional contra “Hacienda somos todos”, que es tanto como
considerar esclavos, elementos propiedad del Estado, a los contribuyentes,
proclamó a los cuatro vientos, inútilmente: “La Hacienda es nuestra”, porque
nosotros la nutrimos con nuestros impuestos y porque pagamos a una
Administración para que gestione eficaz y eficientemente los fondos que
aportamos. Después, ahora, se ha convertido en un espectáculo anual la
publicación de la lista de morosos tributarios. Como se repiten los nombres año
tras año, parece que más que disuasoria esa publicación es un estímulo a
mantenerse en la relación.
Cuando una Administración que gestiona los tributos
publica, año tras año que en el presente se ha descubierto más fraude que en el
anterior, pero que será menos del que descubra el año próximo, está
reconociendo que es una Administración que fracasa en su función social. Hace
sesenta años, en uno de los Cuerpos de Inspectores se modificó el baremo de
incentivos económicos, se estableció una planificación que hacía actuar cerca
de los mismos inspeccionados cada dos años y que sólo premiaba cuando en ese
tiempo se comprobaba que el contribuyente declaraba mejor, ocultaba menos o
nada. Con el paso del tiempo, quizá se pudo oír “No hay que declararlo todo y
bien, porque en la comprobación siempre se tiene que encontrar algo que
regularizar” o también: “A la hora de concluir una regularización tributaria es
inevitable aceptar lo conveniente aunque no sea lo ajustado a la ley” o
también: “En todo comprobación se encuentran diferencias” y se señalaría como
prueba indiciaria que, en la individualización de los planes de control
tributario, se fijan objetivos de diferencias regularizables por anticipado,
objetivos que, por lo general, se superan y sobradamente.
Hace veinte años se produjo una sentencia que
consideró que era “exorbitante” la obligación de autoliquidar que las leyes
exigen a los administrados. No se trata de que la ignorancia de las leyes no
excusa de su cumplimiento (art. 6.1 Cc); se trata de que es un exceso exigir
que todo ciudadano cualquiera que sea su condición cultural y el nivel y
especialidad de sus conocimientos debe saber calificar jurídicamente los hechos
con trascendencia tributaria, interpretar con exactitud las normas tributarias
y aplicar sin error la técnica de la liquidación fiscal. En esa tarea no sólo
fallan los contribuyentes, la doctrina de los tribunales pone de manifiesto que
también yerran los empleados públicos encargados de la gestión tributaria y los
jueces, y los profesores y los asesores. Pero sólo hay sanción para los
contribuyentes. Y no hay sanción para el que acusa indebidamente de
incumplimientos ni para el que, desde su impunidad, imputa a otro de una
conducta ilícita y sanciona contra Derecho. Quizá no hay Derecho.
DE LO HUMANO A LO DIVINO
“Jerubaal, es decir Gedeón, y todo el pueblo que estaba con él
madrugaron y acamparon en En Jarod, quedando el campamento de Madián al norte
del suyo, junto a la colina de Moré, en el valle. El Señor dijo a Gedeón: “Es
mucha la gente que está contigo, como para que yo entregue a Madián en tu mano.
No vaya a engreírse Israel ante mí, diciendo: “Mi mano me ha
salvado””. Ahora, pues, pregona a oídos del pueblo: “Quien tenga miedo y
tiemble, vuelva y márchese por el monte Galaad”. Se volvieron veintidós mil del
pueblo y quedaron diez mil. Mas el Señor dijo a Gedeón: “Es todavía mucha
gente. Haz que bajen a la fuente y allí los seleccionaré. Y del que yo te diga:
“Ese ha de ir contigo”, ese irá contigo; y del que te diga: “Ese no ha de ir
contigo”, ese no irá contigo”. Gedeón hizo que el pueblo bajara a la
fuente y el Señor le dijo: “A todo el que beba lamiendo el agua con su lengua,
como lame el perro, lo pondrás aparte, y lo mismo a cuantos doblen la rodilla
para beber”. El número de los que lamieron el agua llevándola con las
manos a la boca fue de trescientos. El resto de la gente dobló la rodilla para
beber agua. El Señor declaró a Gedeón: “Os salvaré con los trescientos hombres que
han lamido y entregaré a Madián en tu mano. El resto de la gente, que cada uno
se vuelva a su casa”. Entonces cogieron en sus manos las vituallas del
pueblo y los cuernos. Despidió a todos los demás israelitas, cada cual a su
tienda, y retuvo a los trescientos hombres. El campamento de Madián se
encontraba más abajo del suyo, en el valle. El Señor le dijo
aquella noche: “Levántate, baja al campamento, pues voy a entregarlo en tus
manos. Y si tienes miedo de bajar, desciende hasta el campamento con tu
criado Furá. Cuando escuches lo que hablan, se fortalecerá tu mano y
bajarás contra el campamento”.
… Al oír Gedeón el relato del sueño y su interpretación, se postró.
Volvió al campamento de Israel y ordenó: “¡Levantaos, pues el Señor ha
entregado en vuestras manos el campamento de Madián!”. Dividió los
trescientos hombres en tres cuerpos y puso en manos de todos ellos cuernos y
cántaros vacíos con antorchas en el interior de los cántaros. Les ordenó: “Miradme
y haced lo mismo. Cuando llegue al extremo del campamento, haced lo mismo que
yo. Tocaré el cuerno con todos los que estén conmigo. Entonces, también
vosotros tocaréis el cuerno alrededor del campamento y exclamaréis: ¡por el
Señor y por Gedeón!”. Gedeón y los cien hombres que estaban con él
llegaron al extremo del campamento al comienzo de la segunda vigilia, cuando
acababan de relevarse los centinelas. Tocaron los cuernos y rompieron los
cántaros que llevaban en las manos. Los tres grupos tocaron los cuernos y
rompieron los cántaros. Cogieron en la izquierda las antorchas y en la derecha
los cuernos para tocar, y gritaron: “¡Espada para el Señor y para Gedeón!”. Permanecieron
cada cual en su puesto, alrededor del campamento. Todos los del campamento
corrían y, dando gritos, huían. Los trescientos tocaron los cuernos y el
Señor hizo que esgrimieran la espada unos contra otros en todo el campamento y
que huyeran hasta Bet Sitá, hacia Sererá, hasta la ribera de Abel Mejolá, en
dirección de Tabat. Los israelitas de Neftalí, de Aser y de todo
Manasés se reunieron y persiguieron a Madián.
Gedeón despachó mensajeros a toda la montaña de Efraín, para decir: “Bajad
al encuentro de Madián y tomadles los puntos de agua hasta Bet Bará y el Jordán”.
Se reunieron todos los hombres de Efraín y tomaron los puntos de agua hasta Bet
Bará y el Jordán. Capturaron a dos príncipes de Madián, a Oreb y a Zeeb.”
(Jc 7, 1-10, 15-25)
LA HOJA SEMANAL
(del 23 al 28 de agosto) (año de san José; año de la Familia)
Lunes (23)
Santa Rosa de Lima, virgen (21ª TO)
Palabras: “¡Ay de vosotros guías de ciegos!” (Mt 23,16)
Reflexión: Ni entráis vosotros ni dejáis entrar a los que quieren
Propósito, durante el día: Señor, aleja de mí lo que me aparte de Ti
Martes (24)
San Bartolomé, apóstol
Palabras: “Cuando estabas debajo de la higuera, te ví” (Jn 1,48)
Reflexión: Antes de que Felipe te llamara
Propósito, durante el día: Quita de mí la doblez, que no haya en mí engaño
Miércoles (25)
San José de Calasanz, presbítero (21ª TO)
Palabras: “Parecéis sepulcros blanqueados” (Mt 23,27)
Reflexión: Por fuera buena apariencia, dentro llenos de podredumbre
Propósito, durante el día: Ayúdame, Señor, a limpiar mi corazón
Jueves (26)
Santa Teresa de Jesús Chornet, religiosa (21ª TO)
Palabras: “Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor” (Mt 24,42)
Reflexión: Estad también vosotros preparados
Propósito, durante el día: En la hora de mi muerte, llámame y mándame ir a Ti
Viernes (27)
Santa Mónica, madre de familia (21ª TO) (día de penitencia)
Palabras: “Velad porque no sabéis el día ni la hora” (Mt 25,13)
Reflexión: “En verdad os digo que no os conozco”
Propósito, durante el día: Señor, no permitas que me aparte de Ti
Sábado (28)
San Agustín, obispo y doctor de la Iglesia (21ª TO)
Palabras: “¡Bien siervo bueno y fiel! Entra en el gozo de tu señor” (Mt 25,23)
Reflexión: Como has sido fiel en lo poco te daré un cargo importante
Propósito, durante el día: Madre no te alejes, ven conmigo a todas partes
(la reflexión y el propósito los fija cada uno, claro)
Las lecturas del día 22, domingo (22º TO, ciclo B;
Santa María Virgen Reina) contienen un mensaje de fidelidad; “Lejos de nosotros
abandonar al Señor para ir a servir otros dioses” (Js 24); “Así deben también
los maridos mar a sus mujeres, como cuerpos suyos que son. Amar a su mujer es
amarse a sí mismo” (Ef 5); “Desde entonces muchos discípulos se echaron atrás y
no volvieron a ir con él… ¿También vosotros queréis marcharos?… ¿A quién
iremos? Tú tienes palabras de vida eterna (Jn 6). Siempre fieles.
PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO
-
“El poeta Dante se refiere a la Virgen María como "humilde y más elevada
que una criatura" (Paraíso XXXIII, 2). Es hermoso pensar que la criatura
más humilde y elevada de la historia, la primera en conquistar los cielos con
todo su ser, cuerpo y alma, pasó su vida mayormente dentro del hogar, pasó su
vida en lo ordinario, en la humildad. Los días de la “Llena de
gracia” no tuvieron mucho de impresionantes. A menudo se sucedieron
iguales, en silencio: por fuera, nada extraordinario. Pero la mirada de Dios
permaneció siempre sobre ella, admirando su humildad, su disponibilidad, la
belleza de su corazón, nunca tocado por el pecado.
Este es un gran mensaje
de esperanza para nosotros; para ti, para cada uno de nosotros, para ti que
vives las mismas jornadas, agotadoras y a menudo difíciles. María te recuerda
hoy que Dios también te llama a este destino de gloria. No son palabras
bonitas, es la verdad. No es un final feliz artificioso, una ilusión piadosa o
un falso consuelo. No, es la verdad, es la pura realidad, viva y verdadera como
la Virgen Asunta al Cielo. Celebrémosla hoy con amor de hijos, celebrémosla
gozosos pero humildes, animados por la esperanza de estar un día con ella en el
Cielo.” (Angelus, 15 de agosto de 2021)
-
“En resumen, la convicción del apóstol es que la Ley posee ciertamente su
propia función positiva – por tanto, como pedagogo en el llevar adelante -,
pero es una función limitada en el tiempo. No se puede extender su duración más
allá de toda medida, porque está unida a la maduración de las personas y a su
elección de libertad. Una vez que se alcanza la fe, la Ley agota su valor
propedéutico y debe ceder el paso a otra autoridad. ¿Esto qué quiere decir? Que
terminada la Ley nosotros podemos decir: “¿Creemos en Jesucristo y hacemos lo
que queremos?” ¡No! Los Mandamientos están, pero no nos justifican. Lo que nos
justifica es Jesucristo. Los mandamientos se deben observar, pero no nos dan la
justicia; está la gratuidad de Jesucristo, el encuentro con Jesucristo que nos
justifica gratuitamente. El mérito de la fe es recibir a Jesús. El único
mérito: abrir el corazón. ¿Y qué hacemos con los Mandamientos? Debemos
observarles, pero como ayuda al encuentro con Jesucristo.
Esta enseñanza sobre el valor
de la ley es muy importante y merece ser considerada con atención para no caer
en equívocos y realizar pasos en falso. Nos hará bien preguntarnos si aún
vivimos en la época en que necesitamos la Ley, o si en cambio somos conscientes
de haber recibido la gracia de habernos convertido en hijos de Dios para vivir
en el amor. ¿Cómo vivo yo? ¿En el miedo de que si no hago esto iré al infierno?
¿O vivo también con esa esperanza, con esa alegría de la gratuidad de la
salvación en Jesucristo? Es una bonita pregunta. Y también la segunda:
¿desprecio los Mandamientos? No. Los observo, pero no como absolutos, porque sé
que lo que me justifica es Jesucristo.” (Audiencia general, 18 de agosto de
2021)
(22.08.21)
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