LO TRIBUTARIO

Reforma tributaria. IRPF (1). Los contribuyentes

El impuesto sobre la renta ganada por las personas físicas (IRPF) debe ser el impuesto básico de un sistema tributario. Es, desde luego, el que pone de manifiesto, de forma directa, la capacidad económica para contribuir (art. 31 CE). El impuesto sobre la renta de las sociedades (IS), es el paralelo al IRPF, pero antes y después están las personas físicas como socios que aportan capital y que obtienen beneficios, sin que la existencia de sociedades interpuestas evite esa realidad. Los impuestos sobre la renta gastada (IVA, ITP, I. Especiales) recaen sobre una manifestación indirecta de la capacidad económica: se supone que quien gasta mucho, lo hará porque gana mucho. El impuesto sobre el patrimonio (IP) que se tiene atiende a la manifestación directa de la capacidad económica en cuanto que el patrimonio es la renta ganada que ahorrada, que no se ha gastado en la adquisición de bienes y servicios. Y el impuesto sobre las sucesiones y donaciones (ISyD) es una alternativa del IRPF en cuanto que atiende a la manifestación directa de la mayor capacidad económica del que recibe sin que la causa jurídica permita identificar esa adquisición como “renta ganada”. Lógicamente, el ordenamiento tributario debe delimitar el ámbito de esos impuestos para evitar la doble imposición, aunque ésta se manifiesta en la exigencia del IRPF y del IP o en la tributación de los socios por los beneficios distribuidos por las sociedades y que han se han visto afectados por el IS reduciendo el importe a distribuir.

La reforma elimina la exención por dividendos (art. 7.y) LIRPF) que ya ni siquiera pretendía evitar esa doble tributación de los beneficios, sino, junto a otros rendimientos del capital mobiliario, una protección de esta peculiar renta del ahorro hasta un límite que, por sí mismo, ya suponía un elevado nivel de renta ahorrada. Se entendía así que la tributación de la renta de las sociedades no evitaba la de los socios en su distribución. En cambio, para otras participaciones en entidades el tratamiento era diferente: en las sociedades civiles, comunidades de bienes, herencias yacentes, patrimonios separados y similares, la renta obtenida no tributaba en la entidad, sino que se atribuía a los socios, comuneros, herederos o partícipes. Y el debate se trasladaba a la consideración de estas entidades. Así, para las sociedades civiles la cuestión era si tenían o no personalidad jurídica, aunque las únicas dudas estaban en las que tuvieran pactos secretos (art. 1669 Cc), lo que precisamente por ese motivo debía evitar el debate; y en las llamadas irregulares por falta de escritura o inventario si se aportaron bienes inmuebles (arts. 1667 y 1668 Cc), aunque desde luego tienen personalidad frente a los socios. La reforma no entra en ese debate, pero establece que las sociedades civiles con objeto mercantil están sujetas al IS. El debate se traslada, así, al concepto “mercantil” (sociedades profesionales, de artistas, agrícolas... ) al no haber hecho la referencia a “actividades económicas”, empresariales o profesionales. Las sociedades civiles no sujetas al IS siguen atribuyendo renta a sus socios aunque no se repartan beneficios.

Y quedan invariadas las actividades realizadas en comunidad de bienes (art. 392 Cc) que son “situaciones de los bienes” (en copropiedad) y que no cabe confundir con sociedades que nacen de “relaciones jurídicas” con causa propia, objeto y consentimiento diferentes y que no pueden ser tratadas como sociedades civiles, si no consta tal asimilación en la ley, como ocurre en el ITP, modalidad: Operaciones Societarias (art. 22.4º TR LITP). La Administración no puede “crear” una sociedad.

DE LO HUMANO A LO DIVINO

Además de otras tristes noticias referidas al ébola, a los conflictos bélicos, a persecuciones religiosas o a la corrupción de algunos, en lo tributario la noticia permanente, y con extensión de afectados creciente, durante la semana ha sido la utilización de tarjetas de crédito por altos directivos, contablemente camuflada como “quebrantos”, con denuncias desoídas y sin tributación y sin descubrimiento fiscal a pesar de los elevados importes gastados y de los muchos años en que se han empleado. La reacción anunciada ahora para realizar actuaciones inspectoras a todas las grandes empresas aún llama más la atención y lleva a la reflexión sobre el discurrir habitual de los controles de cumplimiento centrados más en comprobación de lo declarado que en la investigación de lo ocultado. Como en tantos aspectos de la vida, la rutina produce una apariencia de eficacia y ciega la conciencia de abandonos, olvidos o negligencias.

En la vida espiritual, la rutina es enemiga de la piedad. El cristiano vive la fe que se le ha dado y que ha acogido, confiado en Dios que es el Amor y recordando las palabras de Jesús: “Os aseguro también que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra sobre cualquier cosa que quieran, mi Padre que está en los cielos se lo concederá. Pues allí donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.” (Mt 18,19-20). También: “Por tanto os digo: todo cuanto pidáis en la oración, creed que ya lo recibisteis y se os concederá” (Mc 11,24). “Ésta es la confianza que tenemos en Él: si le pedimos algo según su voluntad, nos escucha. Y puesto que sabemos que nos va a escuchar en todo lo que pidamos, sabemos que tenemos ya lo que hemos pedido.” (1 Jn 5, 14-15). Así vivían su fe los primeros discípulos de Jesús: “Todos perseveraban unánimes en la oración, junto con algunas mujeres y con María, la madre de Jesús, y sus hermanos” (Hch 1,14). Y en la milagrosa liberación de San Pedro, se dice: “Consciente de sus situación se dirigió a casa de María, madre de Juan, de sobrenombre Marcos, donde estaban muchos reunidos en oración” (Hch 12,12)

Es frecuente recordar la recomendación que hace San Pablo a los tesalonicenses: “Estad siempre alegres. Orad sin cesar. Dad gracias por todo, porque eso es lo que Dios quiere de vosotros en Cristo Jesús. No extingáis el Espíritu, ni despreciéis las profecías; sino examinad todas las cosas, retened lo bueno y apartaos de toda clase de mal” (1 Tes 5, 16-22). En la epístola a los romanos el apóstol nos regala una guía de conducta: “Que la caridad esté libre de hipocresía, abominando del mal, adhiriéndoos al bien; amándoos de corazón unos a otros con el amor fraterno, honrando cada uno a los otros más que a sí mismo; diligentes en el deber, fervorosos en el espíritu, servidores del Señor; alegres en la esperanza, pacientes en la tribulación, constantes en la oración; compartiendo las necesidades de los santos, procurando practicar la hospitalidad...” (Rm 12, 9-13). Y así, con perseverancia: “Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias” (Col 4,2). En el pasaje también referido al sacramento de la Unción de Enfermos, es memorable la advertencia de Santiago sobre el valor de la oración: “¿Está triste alguno de vosotros? Que rece. ¿Está contento? Que cante salmos. ¿Está enfermo alguno de vosotros? Que llame a los presbíteros de la Iglesia, y que oren sobre él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de la fe salvará al enfermo, y el Señor le hará levantarse, y si hubiera cometido pecados, le serán perdonados. Así pues confesaos unos a otros los pecados, y rezad unos por otros, para que seáis curados. La oración fervorosa del justo puede mucho” (St 5,13-17).Y es que, en la oración, nos unimos a Dios y descansamos en su amor: “Descargad sobre Él todas vuestras preocupaciones, porque el cuida de vosotros” (1 Pe 5,7). Cristianismo es amor, en el Amor.

LA HOJA SEMANAL
(del 13 al 18 de octubre)

Lunes (13)

San Eduardo, rey (semana 28ª TO)
Las palabras: “La gente se apiñaba alrededor de Jesús” (Lc 11,29)
La reflexión: La generación perversa que pide un signo.
Propósito, durante el día: Junto a Jesús en toda ocasión. Oración continua

Martes (14)

San Calixto I, papa y mártir
Las palabras: “Dad limosna de lo de dentro” (Lc 11,41)
La reflexión: Dentro rebosáis de robos y maldades
Propósito, durante el día: Rectitud de intención. El amor de Dios como lema de vida

Miércoles (15)

Santa Teresa de Jesús, virgen y doctora de la Iglesia
Las palabras: “Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados” (Mt 11,28)
La reflexión: Mi yugo es llevadero y mi carga ligera
Propósito, durante el día: Humildad. Vivir el santo abandono en el Corazón de Jesús

Jueves (16)

Santa Margarita María de Alacoque, virgen
Las palabras: “Cerráis la puerta a los que intentaban entrar” (Lc 11,52)
La reflexión: Los fariseos le hacían preguntas capciosas
Propósito, durante el día: Unidos a Cristo, amando a Cristo en todos y en todo

Viernes (17)

San Ignacio de Antioquia, obispo y mártir
Las palabras: “No tengáis miedo” (Lc 12,7)
La reflexión: Hasta los pelos de vuestra cabeza están contados
Propósito, durante el día: Confianza. ¡Todo es para bien! (Omnia in bonum!)

Sábado (18)

San Lucas, evangelista
Las palabras: “Está cerca de vosotros el reino de Dios” (Lc 10,9)
La reflexión: Rogad al dueño de la mies que mande obreros a su mies
Propósito, durante el día. Oración continúa por los sacerdotes: muchos y santos

(la reflexión y el propósito los fija cada uno, claro)

El día 12 es la fiesta de Nuestra Señora del Pilar, día de la Hispanidad. Las lecturas del domingo 28º TO (ciclo A) llenan el alma de confianza en Dios: “enjugará las lágrimas de todos los rostros” (Is 25); “Todo lo puedo en aquel que me conforta” (Flp 4); “Id a los cruces de los caminos y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda” (Mt 22). El propósito semanal debe llevar a vivir junto a nuestra Madre el amor de Dios: “Amorem tui solum cum gratia tua mihi dones et dives sum satis” (Dame tu amor y tu gracia que eso me basta”). Seguimos rezando por el Sínodo de la Familia.

PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO

“Ahora, ante todo esto, ¿hay algo que cada uno de nosotros, como miembros de la santa madre Iglesia, podemos y debemos hacer? Desde luego no debe faltar la oración, en continuidad y en comunión con la de Jesús, la oración por la unidad de los cristianos. Y junto con la oración, el Señor nos pide una apertura renovada: nos pide que no nos cerremos al diálogo y al encuentro, sino que acojamos todo lo que de válido y positivo se nos ofrece también de quien piensa diverso de nosotros o mantiene posturas diferentes. Nos pide que no fijemos la mirada sobre lo que nos divide, sino más bien sobre lo que nos une, buscando conocer mejor y amar a Jesús, y compartir la riqueza de su amor. Y esto implica concretamente la adhesión a la verdad, junto con la capacidad de perdonar, de sentirse parte de la misma familia, de considerarse un don el uno para el otro y hacer juntos muchas cosas buenas, y obras de caridad.” (Audiencia, en la plaza de San Pedro, el día 8 de octubre de 2014)

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