Seguridad jurídica
La seguridad jurídica es uno de los principios que proclama el artículo 9 de la Constitución, pero se puede considerar que es el que garantiza todos los demás: que se regule por ley lo que está sometido a esa reserva normativa, que se respete la jerarquía de normas, que no existan normas ocultas, que no se apliquen retroactivamente las normas sancionadoras o restrictivas de derechos individuales, que los poderes públicos no actúen arbitrariamente y que sean responsables de sus actuaciones u omisiones.
Un aspecto de la seguridad jurídica que parece poco importante, pero que expresa muy bien lo que quiere decir ese principio y que afecta a todos los obligados a contribuir, se encuentra en la obligación de autoliquidar que es generalizada en el ordenamiento tributario. Cada vez que un contribuyente debe declarar y autoliquidar un impuesto siente la inquietud de si lo hará correctamente. Cuando se dice que se temen las comunicaciones que envía la Hacienda, se está aludiendo no al temor de ser descubierto, sino a la inseguridad de haber superado un examen general para el que no hay preparación. La inquietud se mantiene en el tiempo mientras no se tiene noticia definitiva de haber aprobado ese examen. Igual cabe decir cuando los procedimientos se prolongan en el tiempo o se suceden sin alcanzar el fin de la inseguridad.
Esta consideración se vio reflejada en la doctrina del Tribunal Supremo durante un tiempo. Así, se podía leer: “En efecto, la inclusión de los párrafos 3º y 4º en el Art. 31 del Reglamento, significa una limitación que se impuso a si misma la Administración en aras de la seguridad jurídica, evitando (como hubiera sucedido de no existir esos preceptos) que el inicio de la inspección supusiera el hito final de un período prescriptivo quinquenal y, en su caso, el comienzo de otro de igual duración" (TS s. 28 de febrero de 1996). Y también: "patrocinar que el contribuyente puede estar pendiente de ser inspeccionado durante los cinco años siguientes al vencimiento del plazo de pago voluntario, sin perjuicio de añadir a los mismos otros cinco años más de duración de la inspección -o sea, en total, diez años menos unos días- es contradictorio jurídica, económica y socialmente al interés general" (TS s. 28 de octubre de 1997). O este otro pasaje referido a los procedimientos: "No tener plazo prefijado para su terminación no equivale a que puedan ser indefinidos, eternos, o
Después esta doctrina fue abandonada, y la nueva Ley General Tributaria regula diversos procedimientos –verificación, comprobación limitada, inspecciones de alcance parcial- que pueden sucederse en el tiempo. También regula la caducidad en algunos procedimientos y establece que los que pueden continuar hasta su terminación más allá del plazo establecido, salvo que sea por dilación no atribuible a la Administración, pueden perder el efecto de interrumpir la prescripción.
DE LO HUMANO A LO DIVINO
En aquellas lluviosas tierras del norte pintadas con todos los matices del verde, los días de sol en invierno se vivían como un tiempo que traía paz y sosiego al ir y venir de la vida ordinaria. El inspector de los tributos iba a atender un recurso de un contribuyente que pensaba que se le había asignado un impuesto mayor del que correspondía a su pequeño taller de carpintería. Estaba abierta la puerta y tras ella, aprovechando el sol que calentaba el suelo, dormía un perro mediano, sin raza. Saludó a voces el funcionario, pero no le contestaban. Decidió entrar y pasó junto al perro que no se movió. Nuevo saludo, una mirada al taller vacío y decidió salir. Volvería más tarde. Se dirigía a la puerta cuando, como un resorte, se levantó el perro; empezó a ladrar y enseñaba sus colmillos. El inspector, alargó su cartera, hizo presa el perro y rodeándolo salió a la calle. Cuando volvió poco después, ya estaba el carpintero trabajando. Le invitó a pasar sin preocuparse del perro. Todo acabó bien. Los dos rieron comentando lo ocurrido. El perro era un fiel guardián.
La lealtad, de “legalidad”, significa cumplir con la palabra dada, con los compromisos contraídos. Supone una referencia externa de contraste: la ley, el contrato, el pacto. Ser desleal va desde el mero incumplimiento a la traición. La fidelidad, de “fe”, referida al amigo, al amado, es esencialmente íntima y abarca desde las intenciones a las acciones y omisiones. La infidelidad va desde el engaño al dolo fraudulento. En la lealtad y en la fidelidad no cabe el “mientras me conviene”, ni tampoco aquellas cláusulas mercantiles “a prueba o ensayo”. El amor es voluntad, sin cansancio ni descanso, de procurar la felicidad del amado.
Dios que es el Amor nos ama desde el principio, antes de la creación, durante nuestra vida, cada instante, y nos espera para estar con Él y en Él para siempre, porque somos hijos. Sentirnos hijos de Dios es tener la seguridad de su amor. Vivir en la presencia de Dios es vivir dando sentido sobrenatural a todos los acontecimientos de nuestra vida, aunque algunos no podamos comprenderlos. Se expresa bien en el salmo 138, en la numeración de la Vulgata: “Señor, Tú me examinas y me conoces. Tú sabes cuando me siento y levanto. Penetras desde lejos mis pensamientos. Camine o descanse, Tú lo adviertes, todas mis sendas te son familiares. Pues aún no está una palabra en mi lengua, y ya, Señor, la conoces toda. Me aprietas por detrás y por delante, en mí tienes puesta tu mano. Misterioso es para mí este saber; demasiado elevado, no puedo alcanzarlo. ¿Adónde alejarme de tu espíritu? ¿Adónde huir de tu presencia? Si subo al cielo, allí estás Tú; si bajo hasta el abismo, allí te encuentras. Si monto en las alas de la aurora y habito en los confines del mar, también allí me guiará tu mano, me sujetará tu diestra. Si digo:
Ser cristiano es acoger la fe que se nos ha dado: sentirnos hijos, hijos de Dios, que se saben amados con el mayor amor que pueda existir. Es vivir la fe en la vida ordinaria, cada día. Con naturalidad, porque el amor recibido que nos rebosa, está en nuestro trabajo, en nuestro descanso, en nuestra relación con los otros, que son hijos del mismo Padre amoroso, hermanos de Cristo y protegidos del Espíritu Santo.
(13.11.13)
LA HOJA SEMANAL
(del 18 al 23 de noviembre de 2013)
Lunes (18)
Dedicación de las basílicas de los apóstoles Pedro y Pablo
Las palabras: “¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!” (Mt 14,27)
La reflexión: La barca lejos de tierra, sacudida por las olas, el viento contrario.
Propósito, durante el día: “Tú eres, Dios mío, mi fortaleza y mi esperanza”
Martes (19)
San Crispín, obispo
Las palabras: “Hoy tengo que hospedarme en tu casa” (Lc 19,5)
La reflexión: Hoy ha sido la salvación de esta casa.
Propósito, durante el día: “Ayúdame, Jesús, a que en mi alma estés como en tu casa”
Miércoles (20)
San Benigno, obispo
Las palabras: “Al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene” (Lc 19,26)
La reflexión: Parábola de las onzas de oro. El que la guardó en un pañuelo.
Propósito, durante el día: “Dios mío, ayúdame para que dé el fruto que esperas”
Jueves (21)
La presentación de la santísima Virgen (la “Virgen Niña”)
Las palabras: “No conociste el momento de mi venida” (Lc 19,44)
La reflexión: Si al menos tú comprendieras... está escondido a tus ojos.
Propósito, durante el día: “Dios mío: aquí y ahora; contigo en cada momento”
Viernes (22)
Santa Cecilia, virgen y mártir
Las palabras: “Mi casa es casa de oración” (Lc 19, 46)
La reflexión: Todos los días enseñaba en el templo. Visita. Oración confiada.
Propósito, durante el día: “Dios mío, aquí me tienes para contarte mis cosas”
Sábado (23)
San Clemente I, papa y mártir (tercer sucesor de san Pedro en Roma)
Las palabras: “Son hijos de Dios, porque participan de la resurrección” (Lc 20,36)
La reflexión: Para Dios, los muertos que sean dignos de la vida futura están vivos.
Propósito, durante el día: “Dios mío: contigo, aquí y ahora, anticipando el cielo”
El día 24 acaba el año litúrgico con la fiesta de Cristo Rey. El domingo 33º del Tiempo Ordinario nos prepara para el fin de los días (en Malaquías, el sol de justicia que lleva la salud en las alas para los que se salvan; en la segunda carta a los Tesalonicenses, la recomendación de no vivir sin trabajar; en el Evangelio la llamada a la perseverancia confiada: “ni un pelo de vuestra cabeza perecerá”). También acaba el “Año de la Fe”. Un propósito semanal puede ser reafirmar nuestra fe, vivir en la presencia de Dios, confiar en su misericordia, comunicar nuestra alegría con nuestra vida.
PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO
“Si miramos sólo con ojo humano, estamos predispuestos a decir que el camino del hombre va de la vida hacia la muerte. ¡Esto se ve! Pero esto es sólo si lo miramos con ojo humano. Jesús le da un giro a esta perspectiva y afirma que nuestra peregrinación va de la muerte a la vida: la vida plena. Nosotros estamos en camino, en peregrinación hacia la vida plena, y esa vida plena es la que ilumina nuestro camino. Por lo tanto, la muerte está detrás, a la espalda, no delante de nosotros. Delante de nosotros está el Dios de los vivientes, el Dios de la alianza, el Dios que lleva mi nombre, nuestro nombre, como Él dijo:
“Con el Bautismo se abre la puerta a una efectiva novedad de vida que no está abrumada por el peso de un pasado negativo, sino que goza ya de la belleza y la bondad del reino de los cielos. Se trata de una intervención poderosa de la misericordia de Dios en nuestra vida, para salvarnos. Esta intervención salvífica no quita a nuestra naturaleza humana su debilidad –todos somos débiles y todos somos pecadores-, y no nos quita la responsabilidad de pedir perdón cada vez que nos equivocamos. No puedo bautizarme más de una vez, pero puedo confesarme y renovar así la gracia del Bautismo. Es como si hiciera un segundo Bautismo. El Señor Jesús es muy bueno y jamás se cansa de perdonarnos. Incluso cuando la puerta que nos abrió el Bautismo para entrar en la Iglesia se cierra un poco, a causa de nuestras debilidades y nuestros pecados, la Confesión la vuelve a abrir, precisamente porque es como un segundo Bautismo que nos perdona todo y nos ilumina para seguir adelante con la luz del Señor. Sigamos adelante, así, gozosos, porque la vida se debe vivir con la alegría de Jesucristo; esto es una gracia del Señor.” (Audiencia general, en la plaza de san Pedro el día 13 de noviembre de 2013)
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