LO TRIBUTARIO (nº 539)
Las fuentes del Derecho (2): las leyes
Aunque haya que considerarlo con reservas cuando se trata de analizar en la práctica las fuentes del Derecho y la jerarquía de las normas, parece conveniente y necesario, al menos, conocer y emplear los términos y los conceptos y distinguir unos de otros; por ejemplo: decreto legislativo, decreto ley, decreto; o norma, disposición general, ley; texto refundido, ley de bases. Más que de definiciones, se trata de aclaraciones.
Aunque el marco normativo tiene la Constitución como ley de leyes, como norma suprema del ordenamiento jurídico, político y social, se trata aquí de las normas de contenido jurídico con trascendencia tributaria. Y se debe empezar repasando el concepto de ley según una definición clásica: Ordenación racional para el bien común, solemnemente promulgada, por quien tiene encomendado el cuidado de la comunidad (Ordinatio rationis ad bonum commune, solemniter promulgata, ab eo qui curam habet communitate). De esa definición se puede deducir con facilidad: que las leyes sólo se aprueban por quien tiene esa potestad (art. 66.2 CE: “Las Cortes Generales ejercen la potestad legislativa del Estado…”); que se aprueban según lo establecido a tal efecto (arts. 81 a 92 CE: Título III, Capítulo II: De la elaboración de las leyes); y que deben ser razonables y procurar el bien común.
En esta regulación constitucional se incluye la de: a) “leyes orgánicas” (art. 81 CE: las relativas al desarrollo de los derechos fundamentales y de las libertades públicas, las que aprueben los Estatutos de Autonomía y el régimen electoral general y las demás previstas en la Constitución: así, el art. 93 CE establece que mediante LO se puede autorizar la celebración de tratados internacionales); b) “leyes de bases” (art. 82 CE: las Cortes delegan en el Gobierno la potestad de dictar normas con rango de ley mediante ley de bases -para textos articulados- o de ley ordinaria -para textos refundidos); c) la legislación delegada se realiza mediante decretos legislativos (art. 85 CE); “decretos-leyes” (art. 86 CE: en caso de extraordinaria y urgente necesidad el Gobierno podrá dictar disposiciones legislativas provisionales que inmediatamente se deben someter a debate y votación de totalidad al Congreso de Diputados).
Hay leyes que tienen su contenido limitado (art. 134.7 CE: La ley de presupuestos no puede crear tributos. Podrá modificarlos cuando una ley tributaria sustantiva así lo prevea). Hay contenidos que exigen ser regulados por ley (art. 133 CE: 1. La potestad originaria para establecer los tributos corresponde exclusivamente al estado, mediante ley. 2. Las Comunidades Autónomas y las Corporaciones locales podrán establecer y exigir tributos, de acuerdo con la Constitución y las leyes. 3. Todo beneficio fiscal que afecte a los tributos del Estado deberá establecerse por ley…). En el ámbito tributario se regula la reserva de ley (art. 8 LGT: Se regularán en todo caso por ley: a) La delimitación del hecho imponible… m) Los supuestos en que proceda el establecimiento de intervenciones tributarias de carácter permanente) Y hay limitaciones para algunas leyes (art. 1 LGT: Lo establecido en esta ley se entenderá sin perjuicio de lo dispuesto en las leyes que aprueban el Convenio y el Concierto Económico en vigor respectivamente en la Comunidad Foral de Navarra y en los Territorios Históricos del País Vasco). Fraude de ley (v. art. 6 Cc) es aplicar indebidamente una ley (de cobertura) en vez de la procedente (defraudada).
DE LO HUMANO A LO DIVINO
La madre de los macabeos. “Sucedió asimismo que siete hermanos, que habían sido detenidos con su madre, eran obligados por el rey a comer carne de cerdo prohibida, flagelándoles con látigos y vergajos…” (2 Mc 7,1). “La madre fue de todo punto admirable y digna de gloriosa memoria. Viendo morir a sus siete hijos en el plazo de un día, lo soportaba con serenidad gracias a la esperanza en el Señor. Exhortaba en su lengua patria a cada uno de ellos llena de nobles sentimientos; e, imprimiendo a su talante femenino un coraje varonil, les decía: “- No sé cómo aparecisteis en mi vientre; yo no os di el espíritu y la vida, ni puse en orden los miembros de cada uno de vosotros. Por eso el creador del mundo, que plasmó al hombre en el principio y dispuso el origen de todas las cosas, os devolverá de nuevo misericordiosamente el espíritu y la vida, puesto que ahora, a causa de sus leyes, no os preocupáis de vosotros mismos”.
Antíoco, pensando que era despreciado y sospechando que se trataba de palabras injuriosas, como todavía quedaba el más joven, no sólo le hacía exhortaciones con palabras, sino que le prometía bajo juramento que le haría a la vez rico y feliz si abandonaba las costumbres de sus padres; que lo tendría como amigo y le confiaría cargos. Como el joven no le hacía ningún caso, el rey llamó a la madre y le instaba a que aconsejara al muchacho que se salvase. Después de que el rey le recomendara muchas cosas, ella aceptó persuadir a su hijo. E inclinándose hacia él, y riéndose del cruel tirano, le habló así en la lengua patria: “- Hijo apiádate de mí que te he llevado nueve meses en el vientre, te he amamantado durante tres años, te he educado y guiado hasta esta edad, y te he proporcionado el alimento. Te suplico, hijo, que mires el cielo y la tierra, y viendo todo lo que hay en ellos reconozcas que Dios no los ha hecho de cosas ya existentes, y que lo mismo sucede con el género humano. No tengas miedo de este verdugo, sino sé digno de tus hermanos, acepta la muerte para que, en el tiempo de la misericordia, te recupere junto con tus hermanos.”
Apenas ella terminó de hablar, el joven respondió: “- ¿A qué esperáis? Yo no voy a obedecer el mandato del rey, sino que obedezco el mandamiento de la Ley que fue dada a nuestros padres por medio de Moisés. Y, tú que has sido el iniciador de todos los males contra los hebreos, no escaparás de las manos de Dios. Pues nosotros sufrimos por nuestros pecados, y si el Señor viviente se ha irritado con nosotros por un breve tiempo para castigarnos y corregirnos, de nuevo se reconciliará con sus siervos. Pero tú, sacrílego, el más impío de todos los hombres, no te ensalces vanamente alimentando esperanzas inconfesables cuando levantas la mano contra los hijos de cielo, pues todavía no has escapado al juicio de Dios todopoderoso que ve todas las cosas. Porque ahora nuestros hermanos, tras haber soportado un breve tormento, han adquirido la promesa de Dios de una vida eterna; pero tú sufrirás por el juicio de Dios el justo castigo de tu soberbia. Yo, como mis hermanos, entrego cuerpo y alma por las leyes de los padres, suplicando que Dios sea pronto misericordioso con la nación, y que tú, entre tormentos y azotes, confieses que sólo Él es Dios. Que en mí y en mis hermanos se detenga la ira del Todopoderoso justamente desatada sobre toda nuestra raza.”
El rey, fuera de sí, se ensañó con éste más que con los otros, exasperado por el desprecio. El joven pasó puro a la otra vida, confiando totalmente en el Señor. La madre murió la última después de sus hijos” (2 Mc 7, 20-41)
LA HOJA SEMANAL
(del 12 al 17 de agosto)
Lunes (12)
Santa Juana Francisca de Chantal, religiosa y fundadora (19ª TO)
Palabras: “¿Vuestro maestro no paga las dos dracmas?” (Mt 17,24)
Reflexión: Y Jesús, el Hijo de Dios, pagó el tributo para el Templo
Propósito, durante el día: Enséñanos, Señor, a discernir y a decidir bien
Martes (13)
Santos Ponciano, papa, e Hipólito, presbítero, mártires (19ª TO)
Palabras: “Vuestro Padre no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños” (Mt 18,14)
Reflexión: Si no os volvéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos
Propósito, durante el día: Encomendarnos a nuestro ángel que está con Dios en el cielo
Miércoles (14)
San Maximiliano Kolbe, presbítero y mártir (19ª TO)
Palabras: “Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, … (Mt 18,20)
Reflexión: … allí estoy yo en medio de ellos”
Propósito, durante el día: Ayúdanos, señor, a estar atentos en la oración en común
Jueves (15)
La Asunción de la Virgen (Nº Sª de los Reyes)
Palabras: “Proclama mi alma la grandeza del Señor…” (Lc 1,46)
Reflexión: Porque ha mirado la humildad de su esclava
Propósito, durante el día: Madre, tennos de tu mano; llévanos al cielo, con Jesús
Viernes (16)
San Roque, peregrino (19ª TO)
Palabras: “De modo que ya no son dos, sino una sola carne” (Mt 19,6)
Reflexión: Abandonará a sus padres, se unirá a su mujer y serán una sola carne
Propósito, durante el día: Mirando al cielo, fieles en el camino y en la compañía
Sábado (17)
Santa Clara de Montefalco, virgen (19ª TO)
Palabras: “Dejadlos, no impidáis a los niños acercarse a mí; …” (Mt 19,14)
Reflexión: … de los que son como ellos es el reino de los cielos
Propósito, durante el día: Madre, enséñanos a ser como Dios quiere que seamos
(la reflexión y el propósito los fija cada uno, claro)
Las lecturas del día 11, domingo (19º TO, ciclo C; santa Clara) nos indican la actitud del cristiano, disponible para Dios: “La noche de la liberación se les anunció de antemano a nuestros padres, para que tuvieran ánimo al conocer con certeza la promesa de que se fiaban” (Sb 18); “La fe es seguridad de lo que se espera y prueba de lo que no se ve” (Heb 11); “Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame” (Lc 12). Esperar a Dios, esperar en Dios.
PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO
- “Hoy Jesús nos invita a considerar que las riquezas pueden encadenar el corazón y distraerlo del verdadero tesoro que está en el cielo. San Pablo nos lo recuerda también en la segunda lectura de hoy. Él dice: “Buscad las cosas de arriba... Aspirad a las cosas de arriba, no a las de la tierra” (Col 3, 1-2). Esto -se entiende- no significa alejarse de la realidad, sino buscar las cosas que tienen un verdadero valor: la justicia, la solidaridad, la acogida, la fraternidad, la paz, todo lo que constituye la verdadera dignidad del hombre. Se trata de tender hacia una vida vivida no en el estilo mundano, sino en el estilo evangélico: amar a Dios con todo nuestro ser, y amar al prójimo como Jesús lo amó, es decir, en el servicio y en el don de sí mismo. La codicia de bienes, el deseo de tener bienes, no satisface al corazón, al contrario, causa más hambre. La codicia es como esos caramelos buenos: tomas uno y dices: “¡Ah, qué bien!”, y luego tomas el otro; y uno tira del otro. Así es la avaricia: nunca estar satisfecho. ¡Tened cuidado! El amor así comprendido y vivido es la fuente de la verdadera felicidad, mientras que la búsqueda ilimitada de bienes materiales y riquezas es a menudo fuente de inquietud, de adversidad, de prevaricaciones, de guerra. Tantas guerras comienzan con la codicia.” (Angelus, día 4 de agosto de 2019)
- “A mis hermanos presbíteros. Queridos hermanos:
Recordamos los 160 años de la muerte del santo Cura de Ars a quien Pío XI presentó como patrono para todos los párrocos del mundo. En su fiesta quiero escribirles esta carta, no sólo a los párrocos sino también a todos Ustedes hermanos presbíteros que sin hacer ruido “lo dejan todo” para estar empeñados en el día a día de vuestras comunidades. A Ustedes que, como el Cura de Ars, trabajan en la “trinchera”, llevan sobre sus espaldas el peso del día y del calor (cf. Mt 20,12) y, expuestos a un sinfín de situaciones, “dan la cara” cotidianamente y sin darse tanta importancia, a fin de que el Pueblo de Dios esté cuidado y acompañado. Me dirijo a cada uno de Ustedes que, tantas veces, de manera desapercibida y sacrificada, en el cansancio o la fatiga, la enfermedad o la desolación, asumen la misión como servicio a Dios y a su gente e, incluso con todas las dificultades del camino, escriben las páginas más hermosas de la vida sacerdotal.
Hace un tiempo manifestaba a los obispos italianos la preocupación de que, en no pocas regiones, nuestros sacerdotes se sienten ridiculizados y “culpabilizados” por crímenes que no cometieron y les decía que ellos necesitan encontrar en su obispo la figura del hermano mayor y el padre que los aliente en estos tiempos difíciles, los estimule y sostenga en el camino.
Como hermano mayor y padre también quiero estar cerca, en primer lugar, para “agradecerles” en nombre del santo Pueblo fiel de Dios todo lo que recibe de Ustedes y, a su vez, “animarlos” a renovar esas palabras que el Señor pronunció con tanta ternura el día de nuestra ordenación y constituyen la fuente de nuestra alegría: “Ya no los llamo siervos…, yo los llamo amigos” (Jn 15,15)” (Carta a los sacerdotes).
(11.08.19)
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